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Actualizado: 9 de julio de 2025
Mostráronse vates verdaderos, aun bajo el yugo de la censura, y habrían lucido como tales en los senos de cualquier mundo literario. No sin esfuerzo hanse juntado los materiales del presente FLORILEGIO. Para seleccionar lo moderno, la enorme distancia entre aquende y allende y la inveterada pereza por poetas y por filipinos de los vates luego arracimados, nos amontonaron dificultades.
Teme, y envia á convocar la gente Que sella con la blanca cruz el pecho, Porque en su fuerza su valor se aumente. A cuya imitacion Apolo ha hecho Que los famosos vates al Parnaso Acudan, que está puesto en duro estrecho. Yo, condolido del doliente caso, En el ligero casco, ya instruido De lo que he de hacer, aguijo el paso.
Escribió poemas épicos, poesías líricas de todas clases, amorosas, satíricas, filosóficas, didascálicas; fue novelista y autor dramático. Por lo menos, los que hemos tenido la dicha de conocerle personalmente, es seguro que no lo olvidaremos mientras nos dure la existencia. Silva era un poeta que guardaba más semejanza con los vates antiguos que con los modernos.
Es sencilla, cual la flora de los bosques filipinos donde aletea el suspiro perfumado de los vientos: tiene un alma grande y noble y en sus labios purpurinos van a morir dulcemente nuestros hondos sufrimientos. Tiene el eco sollozante de las notas del kundiman, tiene el ritmo alado y suave de los vates cuando riman las estrofas de un poema con palabras de ilusión;
Si tamañas desventuras se tomasen por lo serio, sería cosa de deshacerse en un mar de lágrimas, de morirse de pena y de terror entre convulsiones horribles, y de aborrecer toda vida, y más que ninguna la sardanapalesca, á que se entregaron estos vates ilustres, y cuyos funestos resultados estamos tocando.
Era que se iba á celebrar la fiesta de la literatura lemosina, en la que desempeñaba siempre un primer papel: vate premiado, discurseante, ó simple ídolo, al que tributaban sus elogios otros poetas, clérigos dados á la rima, encarnadores de imágenes religiosas, tejedores de seda que sentían perturbada la vulgaridad de su existencia por el cosquilleo de la inspiración; toda una cofradía de vates populares, ingenuos y de estro casero, que recordaban á los Maestros Cantores de las viejas ciudades alemanas.
Encontramos en la lírica á Góngora, de quien tantas veces hemos hablado, componiendo en su juventud obras maestras al estilo antiguo popular, romances, letrillas y villancicos, y brillando siempre por sus eminentes dotes poéticas hasta en medio de sus extravíos posteriores, cuando se precipitó sin freno ni mesura en el campo de sus innovaciones; á Villegas, el príncipe de los eróticos españoles, inimitable en los cantos anacreónticos, y tan distinguido por sus odas como por sus idilios; á los dos Argensolas , celebrados por la claridad y precisión clásica de su estilo, por su juicio exacto y por su carácter varonil, justamente aplaudido en sus epístolas y sátiras; á Rioja, sin rival en la ternura de sus sentimientos cuando contempla á la naturaleza, y por su intensidad y dulce fuego; á La Torre, alabado por su brillante manera de exponer los asuntos y por la sonoridad y armonía de su cadencia; á Juan de la Cruz, Salas, Malón de Chaide, poetas de unción verdadera y profundo sentimiento religioso; á Alcázar con sus gracias singulares, que siempre divierten; á Aldana, Soto de Rojas, Medrano, Arguijo, Figueroa, Argote de Molina, y otros innumerables, que florecieron entonces y alcanzaron merecida fama entre el aluvión de poetas notables que los rodeaban . Si se echa una ojeada al conjunto de producciones que estos vates escribieron, ó nos sentimos arrebatados por la sencillez y verdadera poesía de sus romances y cantos, imitando el antiguo estilo nacional, ó por la dulzura y rotundidad de su lenguaje, que tomó por modelo al italiano, pudiendo dudarse si hay otras naciones que ofrezcan tantos y tan excelentes líricos.
Por los dedos pueden contarse los vates indígenas en nuestro romance durante los tres siglos y pico de dominación hispánica. W.E. Retana nota tres hasta 1896: Atayde, Paterno y Rizal. Hasta 1898, año límite de nuestro señorío, fué meñique la falange versificadora, ¿Motivos?
Palabra del Dia
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