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Actualizado: 20 de octubre de 2025
Sentado á la sombra de un sauce, se intentaría en vano percibir el murmullo de la villa de Arles, de la que se ve, con sólo ponerse en pie, sus arcadas romanas y torres sarracenas. El único que se oye es el de las locomotoras y los vagones que ruedan al otro lado del río haciendo trepidar el suelo.
Eran los refugiados de los departamentos del Norte, que huían ante el avance del enemigo, buscando amparo en la capital. Llegaban los trenes desbordándose en racimos de personas. La gente se sostenía fuera de los vagones, se instalaba en las techumbres, escalaba la locomotora, Días enteros invertían estos trenes en salvar un espacio recorrido ordinariamente en pocas horas.
Se cruza por medio de él, y conducido por el vapor, el conjunto de lagunas que cercan la ciudad por el lado de Padua: como el puente no tiene mas anchura que la necesaria, y desde los vagones no se ve, el viajero se figura atravesar el mar con un ferrocarril que resbala por su superficie.
¡Qué musculatura, chico! ¡Qué hombros! Con estos hombros que aquí ves dijo el indiano con orgullo se han ganado muchos miles de pesos. ¿Cómo? ¿Cargando sacos? ¡Sacos! exclamó Granate sonriendo con desprecio. Eso es pa la canalla. ¡Cajas de azúcar como vagones! El Bombé estaba desierto en aquella hora.
Sin aguardar más, a mano vuelta, según íbamos caminando emparejados, le dirigí una tremenda bofetada, que le hizo caer sobre los vagones estacionados sobre la vía del muelle. Me pareció entonces que me había dicho la injuria más atroz que a ningún ser humano puede dirigirse.
Tenía un tren especial, compuesto de vagón-alcoba, vagón-salón, vagón-comedor, vagón-piscina, ¡qué sé yo cuántos vagones lujosos! un verdadero palacio rodante que me esperaba en las estaciones, sin que la máquina cesase de echar vapor, pronta á partir en cualquier momento. Me apeaba de mi tren en todas las ciudades célebres por sus juegos, como el que baja de su automóvil.
En las estaciones de alguna importancia, todas las vías estaban ocupadas por rosarios de vagones. Las máquinas, á gran presión, silbaban, impacientes de partir. Los grupos de soldados dudaban ante los diversos trenes, equivocándose, descendiendo de unos coches para instalarse en otros.
Cesó de hablar un momento y no hizo caso de la mirada de su amigo, que parecía preguntarle qué interés podía tener para él este relato. Estábamos al borde de un terraplén, apoyados en la valla, y nuestras cabezas quedaban al mismo nivel que las de los hombres agrupados en los vagones. El largo convoy, cuya cabeza tocaba ya la estación, iba avanzando lentamente.
Este viaje puso en contacto á don Marcelo con el extraordinario movimiento que la guerra había desarrollado en las vías férreas. Su tren tardó catorce horas en salvar una distancia corrida en dos normalmente. Se componía de vagones de carga llenos de víveres y cartuchos, con las puertas cerradas y selladas.
Los encargados de los caballos habían abierto las puertas corredizas de los vagones, sentándose en el borde con las piernas colgantes. El tren marchaba lentamente en la noche, á través de los campos de sombra, deteniéndose ante los faros rojos para avisar su presencia con largos silbidos.
Palabra del Dia
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