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Actualizado: 25 de octubre de 2025
Uno de los primeros que acudieron al campamento en busca de trabajo fué un inglés que llevaba muchos años vagando de un extremo á otro de la América del Sur. La última etapa de su existencia aventurera había sido en el corazón del Paraguay, comerciando con las tribus salvajes; tráfico que no parecía haberle hecho rico.
Veamos, ¿por qué no has bailado con ella esta noche? Has pasado el tiempo vagando como un marido, de puerta en puerta, para concluir por refugiarte aquí. Esto es absurdo, permíteme que te lo diga. No, Jaime, procedo con lealtad.
Buscando manera de pasar las horas de que disponíamos más dignamente que vagando por las calles, tropezamos al bajar la cuesta de Santo Domingo con el Teatro Real. Al instante se me ocurrió la idea de entrar: Teresa la aceptó inmediatamente, y a fin de que no reparasen en nosotros, tomamos entradas de paraíso.
Los hechos anteriores a su embarque eran para él como sucesos de una existencia distinta, ocurridos en otro planeta, y de los que sólo guardaba ya una débil memoria. Vivía ahora en un mundo nuevo, reducido, aislado, que iba vagando por el infinito azul, y sólo le interesaban las inmediatas necesidades de su existencia oceánica...
Resolvimos que era completamente imposible permitir que una niña tan joven y delicada anduviera vagando por toda Inglaterra sin objeto determinado, en busca de algún vago informe secreto que parecía ser el fin de su errante padre; por lo tanto, después de aquella noche en que nos conocimos por vez primera en Helpstone, Burton Blair y su hija permanecieron una semana como nuestros huéspedes, y al cabo de muchas consultas y pequeñas economías, conseguimos poner a Mabel en la escuela, servicio que después ella nos agradeció con la más noble sinceridad.
Torrebianca permaneció en Europa, y Robledo llevaba muchos años vagando por la América del Sur, siempre como ingeniero, pero plegándose á las más extraordinarias transformaciones, como si reviviesen en él, por ser español, las inquietudes aventureras de los antiguos conquistadores.
Nada sé, absolutamente nada. Tal vez usted pueda decirnos algo, ¿no es verdad? No dijo, no puedo. De pronto se hizo rico, aun cuando un mes o dos antes había andado vagando y muriéndose de necesidad. Me encontró, y yo le di ciertos informes, los cuales me recompensó muy bien después. Fueron estos informes, según me dijo, los que formaron la clave para el secreto.
Si no hubiera sido por la benevolencia del señor Seton y de usted, yo habría seguido vagando, tal vez, hasta morir en algún camino. ¿Y qué es lo que su papá buscaba? le pregunté. Seguramente, él se lo debió decir. No, nunca me lo dijo. Ignoro la razón que tuvo para andar tres años recorriendo toda Inglaterra. Tenía un fin expreso, no hay duda, que al cabo realizó, pero jamás me reveló lo que era.
Decían unas veces que estaba en Cádiz, otras que en Sevilla, vagando por aquella tierra andaluza, que guardaba con los recuerdos de sus heroísmos y sus generosidades, los restos del único ser cuyo amor había endulzado su existencia. No podía vivir en Jerez. Los poderosos le miraban con ojos de reto, como si fuesen a arrojarse sobre él; los pobres le huían, evitando su trato. Transcurrió otro mes.
-A eso se puede imaginar -respondió la duquesa- que, arrepentido del mal que había hecho a la Trifaldi y compañía, y a otras personas, y de las maldades que como hechicero y encantador debía de haber cometido, quiso concluir con todos los instrumentos de su oficio, y, como a principal y que más le traía desasosegado, vagando de tierra en tierra, abrasó a Clavileño; que con sus abrasadas cenizas y con el trofeo del cartel queda eterno el valor del gran don Quijote de la Mancha.
Palabra del Dia
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