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Mi papá, ahí donde usted le ve, ha sido el gallito de Sevilla. Traía dislocadas a las niñas con sus chalecos y sus palabritas. ¡Picaruela! murmuró el anciano, tocándole la cara con manifiesta ternura. La poesía es cosa superior, superior... ¡Pero como la pintura!... A la pintura no llega nada en el mundo. Ya que es usted aficionado, y muy inteligente le dije.

¡Ya verá usted lo que le vamos a hacer! ¡Cómplice! ¡Fariseo ! ¡Judas Iscariote! ¡Porque me ve así no crea que soy lo que parezco; ahora mismo veré al ministro!... ¡No ha lugar y archívese!..., ¿y entretanto al señor Mengano y al señor Zutano les conceden?... ¡Es claro, todos son de una camada!... ¡Pero conmigo se han de ver las caras, no hay cuidado! ¡Yo no tengo pelos en la lengua, y se las he de cantar!

Piensa menos en amar que en ser amado. No ve en el matrimonio sino una compañía que alegre su existencia, un hijo en quien su propio ser reviva. En medio de ese despertar de la juventud, de esos deseos de romper con su vida monótona, la preocupación de mismo es lo que en él predomina.

¡Buenas noches, hijos míos! dijo Juan Claudio , ¡buenas noches!... Siempre ocupados... Gracias a Dios, , señor Hullin, como usted ve respondió Juana riendo . Si no se tuviese nada que hacer, la vida sería demasiado aburrida. Es verdad, hija mía, es verdad: sólo el trabajo suele producir esos frescos colores y esos ojos tan grandes y vivos.

El chico me han dicho que está medio acabao. ¡Vaya un papanatas! ¡Como si por cantar la gallina le dejasen de apretar el gañote! Lo que debe tener un hombre ante todo es dirnidad, mucha dirnidad, y morir como Dios manda, sin dar que decir a la gente. Pero ya ve usted que eso no se puede remediar: unos son valientes y otros cobardes repliqué en tono de mal humor.

El ex buen mozo quería descansar, vivir bien, cuidar de su salud preciosa, y llegar en suma al tipo respetable e importante de los clásicos Mirandas. Lucía entró como un huracán, y alterada y trémula, le dijo: Levántate... ve a ver si coges en casa al señor Duhamel.... Pilar está malísima. Miranda se incorporó.

Estudia luego a los animales con quienes vive y entre él y ellos descubre radical diferencia. Ve que ninguno ha logrado elevarse hasta la idea del gran ser a que él se ha elevado.

En el primer caso, dicen: Es cosa buena, ¿cómo se había de negar? No tiene más sino aquello, y lo otro, y lo de más allá... ya se ve; las cosas no pueden ser perfectas. En el segundo, dicen: Señor, no es mala; pero no es para todo el mundo: hay cosas demasiado profundas: tiene bellezas: sobre todo hay versos muy lindos.

Por consiguiente, el autor se ve obligado á reimprimir el bosquejo de introducción, sin alterar una palabra. SALEM, Marzo 30, 1850.

De los sueños del olvido Como dormida despierto. ¡Quién viera la clara luz De la ley de gracia! Descubra En profecía este tiempo Esta mesa transformada En pan y vino..... Se ve el Cáliz y la Hostia, y á la Idolatría junto al altar. El divino Orfeo.