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Sus pies se enredaron en las raíces de los tamariscos que el viento había dejado al descubierto, y se hundían en la arena como marañas de serpientes negras. Cada vez que un tropezón de éstos le hacía vacilar, obligándole a rudos tirones para seguir adelante, cada vez que una piedra rodaba o crujía, deteníase, conteniendo su respiración.

Embebido en mis pensamientos me sorprendí varias veces a mismo riendo como un pobre de mis propias ideas y moviendo maquinalmente los labios; algún tropezón me recordaba de cuando en cuando que para andar por el empedrado de Madrid no es la mejor circunstancia la de ser poeta ni filósofo; más de una sonrisa maligna, más de un gesto de admiración de los que a mi lado pasaban, me hacía reflexionar que los soliloquios no se deben hacer en público; y no pocos encontrones que, al volver las esquinas, di con quien tan distraída y rápidamente como yo las doblaba, me hicieron conocer que los distraídos no entran en el número de los cuerpos elásticos, y mucho menos de los seres gloriosos e impasibles.

El de Mesía tembló como azogado, mandó ensillar la mula y, sin chistar ni mistar, obedeció el precepto. Desde entonces ella llevó en la casa los pantalones, y él fué el más fiel de los maridos de que hacen mención las historias sagradas y profanas, como que sabía que le iba la pelleja en el primer tropezón en que lo pillase madama. Mucho cuento es tener por compañera una mujer de asta y rejón.

Ansí procuraba tenerlos propicios porque favoreciesen su negocio y llamasen sus feligreses a tomar la bula. Ofreciéndosele a él las gracias, informábase de la suficiencia dellos. Si decían que entendían, no hablaba palabra en latín por no dar tropezón; mas aprovechábase de un gentil y bien cortado romance y desenvoltísima lengua.

A guisa, pues, de protesta contra tal paternidad escribo esta tradición, en la que, por lo menos, sabré guardar respetos a los fueros de la historia y la sombra de Rodil no tendrá derecho para querellarse de calumnia y dar de soplamocos a la mía cuando ambas se den un tropezón en el valle de Josafat.

Hemos estado en la misma Peña Mayor; pero antes de llegar allá necesitamos atravesar bosques espesos de hayas, donde se deja en pedazos la ropa y hasta la piel, senderos labrados en la roca sobre negros abismos, donde un tropezón cuesta la vida, y puentes rústicos, formados á veces de un solo tronco de árbol, que por maravilla no se va uno cien veces al torrente.

En uno de ellos el cristal estaba roto con una incisión que laceraba toda la cándida pupila. Carmen no sabía qué pensar de aquel ominoso atentado contra la sagrada imagen. ¡Había dado un tropezón tremendo desde su nube o su barco contra la siniestra sombra hundida en el corredor!...

Cirilo se pasó la mano por la frente y respondió con amargura: Ya ves, querida, que ningún día puede llamarse feliz hasta que suenan las doce de la noche. UN TROPEZÓN DE GUSTAVO

Entre el tropezón, mi caída, el grito que y las voces de Rubín, se asustó el caballo de tal manera que salió á escape, perseguido por el paje. Antes de que pudiera levantarme á mi lado al desairado pretendiente, quien me anunció que estaba en sus tierras y me ofreció cortésmente acompañarme hasta su casa, donde podría esperar con comodidad el regreso del paje.

En el segundo tramo dio un tropezón. ¡Oh, se conoce que no estás acostumbrado!... Te vas a lastimar; dame la mano que yo te guiaré. Tomó la mano de la niña, que era pequeña, pero firme y segura como la de una amazona.