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Actualizado: 22 de junio de 2025
La marquesa y la generala parecen tratarla como algo sin importancia; estas matronas se atribuyen todo el éxito de la empresa. A ellas irán a parar los honores y las cruces. ¿Qué le parece...? Me es muy difícil contestarle... SITA. ¿Por qué...? LA ENFERMERA. Porque conozco a la condesa de los Charmes, que es mi amiga íntima.
Angustias, no sea usted niña dije, comenzando, sin darme cuenta, a tratarla de usted . ¿Cómo puede creer que trato de hacerle mal? Al contrario: la llevo hacia la dicha, al encuentro de alguien que usted espera volver a ver hace varios años. La cerilla con que nos alumbrábamos me quemó los dedos. Pronuncié una exclamación adecuada, al arrojar la cerilla al suelo. Quedamos a oscuras.
Ya te daré una lección larga sobre el tole tole con que debes tratarla, una mezcla hábil de sumisión e independencia, haciéndole una raya, pero una raya bien clarita, y diciéndole: «de aquí para allá manda usted; de aquí para acá estoy yo...». Ahora la tecla que me falta tocar es tu marido. He hablado pocas veces con él, apenas le trato; pero no importa...
Ha visto en esta muchacha un conjunto de cualidades de primer orden, casi excepcionales, y no tiene nada de extraño que se sienta inclinado a ella. Eso estaría muy bueno después de tratarla un tiempo. No, Lorenzo, mira: en la vida, generalmente, se toma novia como se toma casa: casi siempre por el aspecto.
Este apacible diálogo encubría en Baltasar tempestuosos pensamientos; pero como no carecía de penetración y sabía que la muchacha era honrada, y orgullosa, y vivía de su trabajo, comprendió que no debía tratarla como a cualquier criatura abyecta, sino empezar mostrándole cierta deferencia y aun respeto, género de adulación a que es más sensible todavía la mujer del pueblo que la dama de alto copete, habituada ya a que todos le manifiesten cortesía y miramientos.
Una vez dueño de ella por la ley, se imaginaba que volvería á adquirir el perdido predominio y gozaría sin zozobra la dicha de poseerla. No se le pasaba por la tela del juicio volver á tratarla del modo cruel y desdeñoso que antes: la amaba ya demasiado para que esto pudiera repetirse. Lo único que ambicionaba era estrechar el lazo que los unía, hacerlo indisoluble y vivir en calma.
Quizás la señora de Jáuregui creía sentir también en su alma algo de aquella levadura autocrática, de aquella iniciativa ardiente y de aquel poder organizador, y esta especie de parentesco espiritual era quizás lo que le infundía mayores ganas de tratarla íntimamente.
Popito, á pesar de sus tristes preocupaciones, contestó con una pálida sonrisa. Ella estaba dispuesta á seguir al gigante, arrostrando los mayores peligros, para salvar á Ra-Ra. Debía tratarla como á un camarada, sin miramiento alguno. Instálese usted ahí como pueda. Y al decir esto, el gigante levantó su mano derecha, colocándola al nivel de la cúspide de su cráneo.
Cada momento me seducía más la gracia y el carácter campechano de la primera; y eso que más de una vez se reía, según sospecho, a mi costa. A los dos o tres días de tratarla me preguntó: ¿De dónde es usted? De Bollo. Me miró con sorpresa. Un pueblecito del partido judicial de Viana del Bollo, en la provincia de Orense añadí con timidez.
Le sorprendió su esposa con la querida... Grande fue el escándalo que circuló por toda la Córte, y grande fue el trabajo que le costó contener la furia de su mancillada esposa, porque esta ya no pensaba mas que en la venganza. ¡Y cosa admirable en esta mujer!... De esta venganza no queria fuese participe su esposo, pues aunque habia llegado á notar el despego y descaro con que solia tratarla, no obstante lo idolatraba de todo corazon.
Palabra del Dia
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