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Actualizado: 6 de noviembre de 2025


Las dos señoras avanzaron lentamente hacia el gabinete. Antes de encerrarse, la niña dirigió una mirada de inteligencia al joven flaco, tratando sin duda de decirle: «No soy yo la que vengo a consultar; es mi madre.

En medio de éste es donde los dos se encuentran. Gertrudis, con la cabeza envuelta en un pañuelo obscuro, estaba desde hacía bastante tiempo debajo de los árboles, abrigándose de la lluvia; y, al ver surgir la alta figura de Juan al otro lado de la presa, se ha lanzado a su encuentro. ¿Eres , Gertrudis? pregunta él apresuradamente tratando de ver su rostro.

El P. Fernandez se mordía los labios. Esas son muy duras acusaciones, dijo, y usted traspasa los límites de nuestra convencion. No, Padre; sigo tratando de la cuestion estudiantil.

La sonrisa de su padre al hablar con los extraños, tratando asuntos de la calle, era de una tristeza profunda y disimulada; se conocía que no esperaba nada de puertas afuera; no creía en los amigos; temía la maldad, muy generalizada; hablaba mucho a los hijos mayores de la necesidad de pertrecharse contra los amaños del mundo, un enemigo indudablemente.

Las seis de la tarde serían cuando Rubín volvió a su casa. Estaba lívido, y de lívido pasó a verde, cuanto Patricia le dijo que la señorita había salido a compras. Dejándose llevar de su insensato recelo, interrogó a la criada, tratando de averiguar por ella. Pero a buena parte iba.

Que piense; pero que piense hacia fuera y con las puertas del cerebro de par en par. Esto nadie lo ha de conseguir más que usted. Lo restante, hasta dejar las cosas como estaban anteayer, lo hará luego, sin grandes dificultades, el otro doctor. »No esperé un momento más. Volvime al lado de Luz, y llegué muy a tiempo, porque la hallé tratando de incorporarse en la cama.

Varios de ellos, testarudos, como todos los borrachos, se resistían a embarcarse, tratando de acercarse a los barriles para beber un último sorbo. Los cuatro holandeses iban ya a traer a las chalupas a los demás chinos, cuando los salvajes, que desembocaban ya por las dos gargantas, entraron en el campamento con ímpetu irresistible.

Espinel, en su Sátira contra las damas de Sevilla, tratando de las doncellitas de su tiempo: «Luego les duele el hígado y el bazo; luego piden las paxaras del ayre....»

En el ínterin, pues, que el Padre estaba con todo su espíritu recogido en Dios tratando este negocio, vino del Pilcomayo un cacique con seis vasallos suyos, pidiéndole no difiriese un punto de ir á darles noticia de Dios Nuestro Señor; y luego manifestaron las veras con lo que decían las obras, oyendo con gusto y atención la explicación de la Doctrina Cristiana, y estando siempre obedientes á su voluntad.

Desde muchachuelo fue lo mismo; y ¡si vieran ustedes lo que eso le perjudicó durante la carrera!... Porque sin esa condición, hubiera lucido el doble trabajando menos: eso es. Pero yo esperaba que se le fuera modificando con el tiempo y según iba él viendo mundo y tratando gentes. ¡Quiá! En ese punto no ha habido señal de enmienda: al contrario, si bien se mira.

Palabra del Dia

vengado

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