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Actualizado: 20 de junio de 2025
Refería las regatas que había ganado, las que había perdido y todos los incidentes que en ellas habían surgido. Contaba sus impresiones antes y después del suceso, la clase de alimentación que usaba para adquirir vigor y perder la grasa; describía los trajes que usaban, la forma de los botes, los gritos de la muchedumbre que los alentaba desde la orilla...
Es la actriz universal declara su biógrafo Mirecourt, á cuyo genio se avienen todos los papeles, como á su cuerpo se acoplan todos los trajes. Este rasgo último constituye el mérito capital de su arte.
Adviértase, sin embargo, que las noticias sacadas de ellas adolecen, en general, del defecto de presentar las costumbres de España de un modo desfavorable, dejándose arrastrar de preocupaciones nacionales, por lo cual no es de extrañar que rebajen, más bien que enaltezcan, cuanto atañe á los teatros. Decoraciones y tramoyas de los teatros españoles. Trajes.
Su última ocupación fué reunir algas marinas de varias clases, haciendo con ellas una especie de banda ó manto y un adorno para la cabeza, lo que le daba el aspecto de una pequeña sirena. Perla había heredado de su madre la facultad de idear trajes y adornos.
Otros padres de familia y hasta abuelos, vestidos con sus trajes de domingo, esperaban pacientemente en un banco que les llegase el turno de ejercer la honorífica función.
Todas las mujeres, con sus capuchones negros, cruzaron por delante de nosotros, en procesión, hacia casa de la abuela, y tras ellas fueron saliendo los señores, con su sombrero de copa, y los marineros y la gente pescadora, con los trajes de paño y las manos metidas en los bolsillos del pantalón. Por la noche, la Iñure me aseguró de nuevo que mi tío Juan no había muerto.
Gallardo fue recibido como un semidiós por las tres mujeres, que, olvidando a sus amigos, sólo le miraban a él y se disputaban el honor de sentarse a su lado, acariciándolo con ojos de lobas en celo... Le recordaban a la otra, a la ausente, a la casi olvidada, con sus cabelleras de oro, sus trajes elegantes y un ambiente de carne perfumada y tentadora que, emanando de sus cuerpos, parecía envolverle en una espiral de embriaguez.
Los chicos, aspados dentro de los trajes nuevos que estrenaban, formaban numeroso grupo que giraba anhelante y respetuoso en torno del cohetero. Por encima de las doradas mazorcas asomaban la cabeza, adornada ya con pañuelos de colores chillones, las jóvenes aldeanas.
Los picadores, fatigados por la armadura de hierro de sus piernas y las moledoras caídas del caballo, movían el recio castoreño entre sus rodillas; los banderilleros, presos en sus trajes de seda mojados de sudor, sentían hambre después de una tarde de violento ejercicio.
Venía también un caballero armado de punta en blanco, excepto que no traía morrión, ni celada, sino un sombrero lleno de plumas de diversas colores; con éstas venían otras personas de diferentes trajes y rostros.
Palabra del Dia
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