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Actualizado: 20 de mayo de 2025
No era él hombre para la corte. Los deberes sociales que allí impone la cortesía, le aburrían. Había nacido para la libertad, para el goce que proporciona el aire libre del mar, el ejercicio corporal, los trajes cómodos, holgados.
Mientras nosotros continuábamos jugando en el arroyo, nuestros compañeros desaparecieron en sus trajes encarnados con los botones numerados, y bien pronto los vimos alejarse marchando en línea con paso monótono por la polvorienta carretera.
En la cubierta de paseo encontró Fernando a los pasajeros vestidos con trajes de calle, como si les faltase tiempo para saltar a tierra. Muchos hombres llevaban ya guantes y bastón. Las señoras iban puestas de sombrero, con abrigos recientemente adquiridos en París.
A semejanza de Platón, Tomás Moro y otros, que construyen una ciudad ideal, me he lanzado yo, en esfera mucho más chica, á forjar una á modo de utopía teatral dramática ó más bien escénica. Ya tenemos, cuando no en realidad, imaginariamente, edificio para el teatro; la mejor compañía posible hoy en España, y un abundante, lujoso y escogido material de trajes, muebles, armas y decoraciones.
Las puntadas de ella y las morcillas y longanizas que sabe hacer su madre no bastan para costear levitas a los caballeros, y para seguir emperejilándose con ricos trajes y mantillas de madroños, como dicen que en Madrid van a los toros las damas de alto copete y las majas de rumbo.
CAPÍTULO VII. Decoraciones y tramoyas de los teatros españoles. Trajes. Aparato escénico en la representación de autos. Prohibición de espectáculos teatrales en 1598. Su derogación en 1600. Noticias particulares de los teatros de esta época.
El drama de Bolívar se compone, pues, de otros elementos de los que hasta hoy conocemos; es preciso poner antes las decoraciones y los trajes americanos, para mostrar en seguida el personaje.
Las libreas que habían de llevar los pajes, lacayos y criados se mandaba que fuesen del menor lujo posible, mencionándose también el número que había de haber de éstos y sus trajes en ciertas ocasiones.
Algunas madres de la vecindad, con su tropel de muñecos voceadores, y grupos de curas y aficionados a la clase sacerdotal, destacando sobre el verde la mancha negra de sus trajes, hablando con misterio de lo malos que están los tiempos, del prisionero del Vaticano y del verdadero rey que vive en Venecia.
Celestino Reguera propuso la idea de representar una alegoría de España, en que parejas de damas y caballeros habían de lucir los trajes característicos de las diversas provincias. El proyecto fue desechado por Currita. ¡Jesús, Reguera! dijo ¡Parecería eso un concurso de Geografía!...
Palabra del Dia
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