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Actualizado: 24 de noviembre de 2025
Marta se había mostrado valerosa y activa, y había, no obstante su mala salud, trabajado de la mañana a la noche para poner en orden todo lo que un amo, largo tiempo soltero, había dejado ir a la deriva.
Llega después un hombrecillo torvo y desaliñado, tocado con un chapeo raído que cubre su calva de santo, ancha y reluciente. Es un inventor desgraciado. Había trabajado día y noche en su taller, renunciando a los holgorios de la mocedad, al regalo de la hembra y a toda dulzura de los sentidos. Empleó su pequeña fortuna en el trabajo y en el estudio, hasta obtener una nueva máquina.
Todo en él era fuego, conversación, impulso; el gesto se adelantaba á la palabra; la palabra á la idea. Su alma parecía un desbordamiento. Tanta vivacidad y tanta belleza impresionaron las viejas pupilas, llenas de experiencia, de Sevestre. ¿Tú has trabajado alguna vez? le preguntó. Nunca. Entonces... Pero no importa.
Este desapego de la carne, este odio de la bestia nunca lo había sentido el joven sacerdote. En vano se lo había querido inculcar su director espiritual, en vano había trabajado toda su vida por adquirirlo. Todo fue inútil. Las penitencias corporales le dolían, le aterraban de tal modo que apenas comenzadas tenía que suspenderlas.
4 Pero yo dije: Por demás he trabajado; en vano y sin provecho, he consumido mi fortaleza; mas mi juicio [está] delante del SE
Tuve la suerte de que todos cuantos llamé en mi auxilio respondieron con entusiasmo; todos han trabajado con fe, encariñados con la obra más de lo que esta merecía. El resultado ha sido admirable.
Pero como el señor marqués no ha trabajado por la sola comodidad de los ladrones alados, sus agentes espían los momentos en que aquellos están ausentes en sus expediciones filibusteras, y les roban las olivas depositadas, que le producen al señor marqués un valor considerable en aceite.
¡Quita, quita, adulador! dijo ella riendo. Ve aflojando el bolsillo, mamá dijo Venturita. ¡Lo ves! La pata de gallo de siempre exclamó iracundo el joven, volviendo la cabeza hacia su hermana, mientras ésta se reía maliciosamente sin levantar la suya del bastidor. Mucho has trabajado dijo Gonzalo en voz baja, sentándose al lado de su novia.
Durante cinco años habían trabajado con él en la oficina; todos los días le daban la mano al llegar y al marcharse; todos los días le hablaban; todos los meses, después de cobrar, comían con él, como aquel día, en un restorán, y, no obstante, se les antojaba que aquel día lo veían por primera vez. Lo vieron y se llenaron de extrañeza.
Después de lo que usted ha trabajado en este pueblo, después de haberlo puesto todo en orden, después de haber logrado que se edificara la iglesia... Porque a usted exclusivamente se debe... todo el mundo lo sabe... ¡Quitarle lo que le pertenece y darle la plaza a un D. Narciso!... ¡Es una infamia! ¡es un asco!... ¡Qué bien han manejado la intriga esos envidiosos! ¡Ya me parecía a mí que tanto viaje a Lancia algo significaba!... Por supuesto que yo bien sé quién le ha ayudado... ¡ya lo creo que lo sé!
Palabra del Dia
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