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Actualizado: 21 de mayo de 2025
Pero descuida, no tardará en levantarse. Dieron una vuelta por los alrededores, y en efecto, cuando tornaron Mario se hallaba de nuevo trabajando y con tal ardor que no advirtió su presencia hasta que le tocaron en el hombro. Pero Carlota no concedía la importancia que Miguel a los trabajos artísticos de su esposo.
Tan luego espiró se le cubrió la cara con un pañuelo, se le entrelazaron las manos, poniendo en ellas un crucifijo, las campanas tocaron plegarias, y todos los individuos de la Orden Tercera, invadieron el cuarto, poniéndose á rezar, mientras los parientes más cercanos preparaban un hábito de San Francisco, mortaja con la que habían de vestir el inanimado cuerpo.
Una de las mayores dificultades que se tocaron en la tristísima memorable quiebra de la casa de Russell Sturgis, la más antigua y poderosa de cuantas hasta ahora han funcionado en Filipinas, fué la forma de llevar los libros contraria á lo que manda el Código.
No habló al aire aquel sabio caballero don Agustín de Arce, cuando dijo se perdía inútilmente el tiempo y el trabajo con aquella gente, y ahora lo tocaron con las manos los Misioneros, á los cuales amaban aquellos bárbaros solo por lo que sacaban de su pobreza.
Tocaron inmediatamente á entredicho: se juntaron las milicias, y fueron rechazados los indios con pérdida de 60.
En efecto, después de subir algo más por un áspero repecho, vestido casi todo él de tojo y retama, lo cual hacía muy penosa la ascensión, tocaron en la niebla y se internaron por ella. Pedro cogió de la mano á la condesa para que no cayese, en el caso de tropezar. Al poco rato sintieron húmeda la cara y las manos y se rieron como si les hubiese pasado alguna cosa placentera.
Cuando las campanas tocaron a misa se fue a la iglesia con la demás familia. Aquel día, en vez de subir hasta la sacristía, como siempre, se quedó a la puerta, y al poco rato de ponerse el cura en el altar, se alejó sin ruido de la iglesia y tomó precipitadamente el camino del Molino. Cuando llegó, Rosa estaba al lado del fuego arreglando la comida.
Pasó junto á ellas Lázaro, fingiendo que seguía su camino, y refugiándose tras la esquina de la calle de las Negras, observó que tocaron, que les abrieron sin tardanza, y que entraron. Tal vez será casualidad pensó el joven; pero algo tiene de extraño la reunión de aquellas personas en el mismo sitio.
El teatro estaba de bote en bote. El público había acudido, excitado por la curiosidad, mas no por la benevolencia. Al contrario, el odio y el desprecio que el Sr. de Figueredo inspiraba, tocaron como por carambola y se estrellaron contra la pobre Rafaela.
Los rizos perfumados de la joven tocaron las mejillas de don Juan y sus ojos se sintieron atraídos por la mirada dulce, apasionada, saturada de amor y de deseo del joven. Aquellos dos semblantes se unieron y resonó el estallido de un doble beso. Y entonces el bufón se separó del tapiz, se alejó y dijo bajando las escaleras: ¡Oh! ¡gracias á Dios! el veneno es inútil: el veneno no matará á nadie.
Palabra del Dia
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