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Actualizado: 9 de julio de 2025
Todos quedaron perplejos, y nadie se atrevía a proponer la resolución que debía adoptarse, hasta que un viejo, pariente de Marcilla, de mucha autoridad y cuyas razones pasaban por oráculo, sacó al concurso de la duda. «Supuesto, dijo, que es verdad cierta que Isabel y Diego, desde niños se tuvieron entrañable amor, y que en su ausencia larga han pasado los dos una pena y un tormento, y que juntos ambos han padecido un género de muerte; y supuesto también que se ligaron los dos con palabra y juramento de esposos, primero que Azagra, será razón que se entierren los dos juntos en un sepulcro.»
Ni se infiere de pérdida tan lastimosa que seamos una raza inferior o un pueblo degenerado, como ha supuesto recientemente un famoso hombre de Estado de la Gran Bretaña.
¡Muchas gracias!... recuerde usted que no debe prevenir a Beatriz el momento de su partida. ¡Por supuesto!... pero podré despedirme de ella sin decirle nada, supongo. Eso sí... ¡claro está! respondió la vizcondesa.
¿Será la poesía, me pregunto yo, algo por el estilo: creación hermosa, verdadera y exacta en el mundo ideal en que ha sido creada, aunque en la realidad sea falso todo porque lo fue el supuesto o porque el supuesto fue por lo menos incompleto?
El tal individuo era, por lo tanto, como yo lo había supuesto por su aspecto, un cuidador de caballos, un caballerizo o algo por el estilo.
Luego más tarde entra la confianza y con ella el desaliño; pero lo que es la entrada primera en el comedor de un barco es irreprochable. Ellas se rodean de todos los pequeños detalles de la coquetería, estrenando, por supuesto, el indispensable traje de viaje.
Un par de rayos sutiles pero intensísimos se pasearon á lo largo de su cuerpo, iluminándole desde la frente hasta la punta de los pies. El ingeniero, asombrado por el supuesto murciélago, levantó un brazo, abofeteando al vacío.
De aquí pasó de un salto a los rumores públicos, a las bromas que a ella la daban amigos y conocidos, y a lo equivocados que andaban unos y otros en el supuesto. Fue largo el disparo y terminó de este modo: Lo que yo les digo: eso a los comparientes de Peleches, si acaso.
Me guardaré muy bien de proponérselo, porque me consta, sin género alguno de duda, que esa opinión es la de toda la buena sociedad de Santander, de la que es usted tan digno miembro. ¿Me adula usted? No, señora: le hago justicia. Por supuesto que no me hará usted la ofensa de aplicarse nada de cuanto he dicho contra la aldea.
Y el marido no venía, por supuesto; ella, dos criados y los bebés como dice Obdulia. ¡Figúrate! Todo Vetusta, que estaba en la estación esta mañana por casualidad, se ha hecho cruces. Es mucho Álvaro. ¿Pero ella? ¿qué te parece de ella? A eso vamos; a lo escandalosas que son esas señoronas de Madrid.
Palabra del Dia
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