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Actualizado: 9 de julio de 2025
Por supuesto, yo le eché de casa inmediatamente; pero volvió al día siguiente pidiendo perdón y que no lo haría más. Le abrimos otra vez la puerta, y le guardamos los panalitos... En fin, cuando se vuelva a Madrid, ya puede usted decir que ha estado en una reunión cursi, ¡pero cursi de verdad! No le falta a usted más que conocer a Cachupín.
A un ángel caído, de extensa habilidad, sutileza y dolo, le está permitido tentar a los hombres y a las mujeres, aun a los niños, a cometer pecado, alejarlos de Cristo, poner en peligro sus esperanzas del paraíso. Y Dios, que permite esto, es supuesto de detestar el pecado.
Esta sola consideracion basta, para que se solicite por todos títulos que se desamparen dichos establecimientos, que por el tratado estan espresamente prohibidos á nuestros fronterizos: y supuesto esto, me detendré un poco en explicar mis ideas, fundadas en los conocimientos geográficos, que hacen ver que no puede el Rey oponerse á los progresos portugueses de dichas minas sino por los esfuerzos de esta provincia.
¡Por supuesto! dijo con ironía don Justo . Al salir de aquí dejáis a la fortuna clavada detrás de la puerta, hasta que volváis a decirla que os ampare. ¡Como si no hubiera otros que se aprovecharán de ella en cuanto vosotros la abandonéis! ¡Inocentes!
Ya las estamos viendo. ¿Le parece a usted poco el desarrollo que dejan tomar a la guerra? ¡Si hubieran hecho ahora lo que Prim el 69!... Por supuesto que, tarde o temprano, tendrán que hacerlo: con los convenios no se adelanta nada.
Hoy son lo que arriba se ha dicho, sin ánimo, por supuesto, de ofenderlas. Después de pertenecer al marqués de Dávalos y a otros tres personajes, sin perjuicio de los devaneos furtivos que se autorizaba, vino al poder del duque de Requena, o éste al poder de ella, que es lo más exacto.
Es verdad que don Juan había supuesto de la hermosa menina menos de lo que ella era, ya se tratase de hermosura de cuerpo, ó de hermosura de alma; de ternura hacia el ser que tuviera la fortuna de ser amado por ella, de tesoros de pureza reservados para aquel hombre; don Juan se había enamorado de sus suposiciones, y de ver que sus suposiciones habían sido mezquinas, debía enamorarse todo cuanto su alma era capaz de amar, que lo era hasta lo infinito; don Juan, pues, moría pensando en doña Clara, sufría recordando á la Dorotea.
La del balcón hablaba, pero tan quedo que no era posible conocerla por la voz; era un murmullo cargado de eses, completamente anónimo. «Por supuesto que ella no es», meditaba el del portal. A pesar de estas reflexiones que no podían ser más racionales, no estaba tranquilo. La obscuridad del balcón le sofocaba, como si fuese falta de aire.
En el tiempo que duraron sus estudios el recuerdo de Cecilia asaltábale de vez en cuando, sin causarle, por supuesto, emoción muy viva.
Por supuesto que la restricción ó la compulsión producían su efecto mientras estaban vigentes; pero toda otra clase de disciplina moral, ya se dirigiere á su inteligencia ó á su corazón, daba ó no daba resultados según fuera la disposición caprichosa de su ánimo á la sazón.
Palabra del Dia
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