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Actualizado: 29 de junio de 2025


A un ángel caído, de extensa habilidad, sutileza y dolo, le está permitido tentar a los hombres y a las mujeres, aun a los niños, a cometer pecado, alejarlos de Cristo, poner en peligro sus esperanzas del paraíso. Y Dios, que permite esto, es supuesto de detestar el pecado.

Reúnese con sus amigos, la conversacion gira sobre las últimas ocurrencias, y se eleva poco á poco hasta la region de las teorias de gobierno. Don Marcelino ya no será absolutista del otro dia. ¡Qué escándalo, dice uno de los circunstantes, yo no puedo recordarlo sin detestar esas trampas!

He llegado a detestar a todo el mundo y a mismo más que a nadie. Estaba dispuesto a callar y comprendí que toda pregunta no lograría más que subterfugios y le irritaría más sin satisfacerme. Creí le dije, que tenías algún motivo accidental de preocupación o de apuro y venía a poner a tu disposición mis servicios o mis consejos.

Esta es una de las más abominables maldades que comete el hombre, no sólo con los toros, sino con otros muchos seres sensibles. ¿A quién debe detestar más la Sociedad protectora de los animales, a un torero de Córdoba, de Ronda o de Sevilla que mata al toro caballerescamente, Cara a cara y con razón,

Se fue con su indignación crónica y su incurable soberbia, siempre enfermo, gruñón siempre. A nadie dio cuenta de sus planes, y parecía detestar a sus comilitones políticos lo mismo que a sus enemigos. No quería tratos con nadie, ni con su hermano, a quien no podía amar aunque lo intentase, ni con su mujer, a quien aborrecía de la manera extraña que se aborrece lo amado.

Ayer me decía: «Es imposible detestar a los amigos con más encanto y bondad. Es el ángel de la ingratitud.» »¿Cómo acabará todo esto? Bien, créame usted. Tengo confianza en Dios, tengo fe en mi hijo y esperanza en Germana. Nosotros la curaremos, incluso de su ingratitud, sobre todo si usted viene a ayudarnos.

No dudarás, pues, de lo invencible de mi última resolución, que me aflige, te lo juro, al considerar que tengo que dejarte, noble amigo, ya que , por idénticos motivos, no quieres seguirme á Madrid. Viviendo en medio de tus paisanos, llegué á detestar su trato, porque su ruda sencillez hería con frecuencia mi formalidad.

Los curas me hacen una guerra encarnizada propalando que soy un impío. Si el ser impío consiste en detestar la forma histórica que actualmente reviste la religión, es verdad lo que dicen, pero de ningún modo si consiste en no tenerla. Los que creemos, como y yo, que la religión es uno de los fines racionales de la vida, ¿cómo hemos de ser irreligiosos?

Palabra del Dia

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