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Actualizado: 1 de mayo de 2025
-Duerme, Sancho amigo -respondió don Quijote-, si es que te dan lugar los alfilerazos y pellizcos recebidos, y las mamonas hechas. -Ningún dolor -replicó Sancho- llegó a la afrenta de las mamonas, no por otra cosa que por habérmelas hecho dueña, que confundidas sean; y torno a suplicar a vuesa merced me deje dormir, porque el sueño es alivio de las miserias de los que las tienen despiertas.
Don Álvaro aprovechó la primera ocasión que tuvo para suplicar a Quintanar que obligase a su esposa a ver el Don Juan. Calle usted, hombre... vergüenza da decirlo... pero es la verdad.... Mi mujercita, por una de esas rarísimas casualidades que hay en la vida... ¡nunca ha visto ni leído el Tenorio!
En fin, aunque no eran muy caritativos los compañeros, atendieron a don Braulio, quien no tardó en volver en sí. Su primer cuidado fué suplicar a los allí presentes que no dijeran nada de lo ocurrido, a fin de que en su casa al saberlo no se asustasen. Todos le prometieron callar.
El ser que podía consolarme existía: no habría tenido otra cosa que hacer que ir en su busca, que abrirle mi corazón. Quizás habría sido aún tiempo. O quizás no: ya era demasiado tarde... ¡Demasiado tarde! ¿Sabe usted lo que estas palabras significan?... Un impulso de soberbia me detuvo. ¿Habría yo de suplicar?
No me echen así: yo no he cometido falta ninguna; yo no he hecho lo que ustedes dicen; yo soy inocente. Que lo diga esa señora que es una santa y me conoce. Yo estoy segura de que lo dirá. La devota volvió á moverse, y con la voz que atribuyen á los espectros evocados, repitió otra vez: "¿Yo?". No me echen ustedes continuó Clara sin saber ya á quien suplicar.
Al efecto, me tomo la libertad de suplicar á usted le auxilie en todo lo que esté de su parte, tratando por de pronto de proporcionarle acomodo conveniente á sus circunstancias. Dicho Andrés es muchacho listo y de buena conducta, tiene excelente pluma y sabe de cuentas hasta la de compañías inclusive.
Después de hacerse rogar mucho por sus dos auxiliares, y de suplicar encarecidamente y por los clavos de Cristo que aquello permaneciese en secreto, sacó al fin del bolsillo una carta. Era de Fernanda a una amiga de Nieva.
Pero una cosa quiero suplicar a vuestra merced, entre otras, señor licenciado, y es que, porque a mi amo no le tome gana de ser arzobispo, que es lo que yo temo, que vuestra merced le aconseje que se case luego con esta princesa, y así quedará imposibilitado de recebir órdenes arzobispales y vendrá con facilidad a su imperio y yo al fin de mis deseos; que yo he mirado bien en ello y hallo por mi cuenta que no me está bien que mi amo sea arzobispo, porque yo soy inútil para la Iglesia, pues soy casado, y andarme ahora a traer dispensaciones para poder tener renta por la Iglesia, teniendo, como tengo, mujer y hijos, sería nunca acabar.
Ya lo creo que es demasiada obstinación la vuestra. No os irritéis, señor dijo Dorotea ; yo os lo ruego, yo os lo suplico. No hay que suplicar; tú no tienes que suplicar á nadie, hija mía; yo soy tu esclavo, y el duque de Lerma es esclavo mío. Ayer quisiste la prisión de don Juan, y fué preso; hoy quieres su libertad y hoy se verá libre, porque su excelencia y yo... nos entendemos.
Acaso la zambra se hubiera turbado desde aquel punto, a no ser porque María, dejándose vencer de tanto rogar y tanto suplicar, no pulsara la vihuela y entonara maravillosamente, por lo blando y expresivo, el siguiente: ROMANCE En un alazán brioso, por entre bravos jarales, huyendo, huyendo Jarifa, en grupas va con su Zaide.
Palabra del Dia
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