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Actualizado: 12 de junio de 2025
El pueblo suizo es majestuoso, sencillo, patriarcal, pastor, laborioso, cultivador, piadoso, patriota, soldado, y por encima, y como sirviendo de corona, libre, eminentemente libre, ¡dichoso pueblo! ¡Dios vele eternamente por su santa independencia! Un pueblo que tiene tan magnífica historia debe ser libre y tiene indisputable derecho á serlo.
Doña Celestina había conocido a la hija del quincallero, en su juventud, cuando las dos eran solteras, y parece que se desarrolló entre ellas una gran antipatía. Para doña Celestina, la sangre del quincallero suizo me ha perdido; el bazar, con sus aros y sus pelotas de goma, ha perturbado la marcha del severo barco con sus velas y sus anclas.
Y así fueron a contemplar, tomados del talle y con las cabezas juntas, el sol de media noche en Noruega, el Kremlin cubierto de nieve, las palmeras del oasis de Biskra y las azules corrientes del Bósforo, sin contar otras excursiones más vulgares en busca del canal veneciano la colina toscana o el lago suizo como fondo decorativo de un amor que ansiaba abarcar todo el viejo mundo en su insolente felicidad.
De ese modo el capital no puede dar la ley al salario, ni viceversa, y sus relaciones son las del interes legítimo fundado en la libre competencia y la independencia y dignidad del trabajo. Es aquí el caso de indicar un rasgo característico de muchos de los cantones, ó casi todo el pueblo suizo, que ofrece el medio de dulcificar la situacion del obrero en los tiempos de crísis.
¿Qué ha de oír?... ¡Qué medroso te has vuelto! Cuenta, pronto. ¿Dónde la viste? Pues anoche... estuve en el Suizo hasta las diez. Después me fui un rato al Real, y al salir ocurriome pasar por Praga a ver si estaba allí Joaquín Pez, a quien tenía que decir una cosa.
Uno de ellos, suizo de nación, médico excelente y filósofo de raro y agudísimo ingenio, está avecindado en Basilea, y es generalmente conocido con el nombre de Paracelso; otro, no menos singular, se llama Cornelio Agripa, natural de Colonia, en las orillas del Rhin; otro, que tiene más fama de brujo que los demás, y dicen que va siempre acompañado de un diablo en figura de paje, lo cual ya comprenderás que es una patraña, se llama el doctor Juan Fausto; y otro, por último, con quien estoy yo en más frecuentes y cordiales relaciones, vive ahora junto a Sevilla, en un convento en la margen del Guadalquivir, y se llama el Reverendo Padre Fray Ambrosio de Utrera.
De ese modo, el territorio suizo tiene tres temperaturas simultáneas de primer órden, determinadas por el sol, la altura atmosférica y las corrientes de aire que descienden de las heladas montañas por los boquerones ó gargantas estrechas.
A la luz de un turbio farol que ardía en aquel lugar, que era el zaguán de la puerta de las Meninas, se vió á doña Clara envolverse completamente en su manto, y al bufón rebujarse en su capilla. El suizo, que alabarda al brazo paseaba en el zaguán, se detuvo un momento, y al desaparecer, lanzándose en la calle, doña Clara y el bufón volvió á su paseo. Llevadme donde están dijo doña Clara.
Don Matías no está, señor contestó el criado. Por primera vez se le ocurrió á Sánchez Morueta mirar el gran reloj de la chimenea. ¡Cómo había pasado el tiempo! Y más por la fuerza de la costumbre que por necesidad, quiso comer, ya que á aquella hora todos hacían lo mismo. Ve á donde el Suizo y trae la comida. Lo que te den... lo que á tí se te ocurra. Sobre todo, un buen café: no lo olvides.
La accion del gobierno, que en todos los paises se siente á todas horas y en todas las operaciones, no interviene en los hábitos del pueblo suizo.
Palabra del Dia
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