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Actualizado: 12 de mayo de 2025


Estaba en la nave de mi catedral: he notado anoche en el ala del Norte de mi catedral una cosa muy chocante; he modificado la librea del suizo, etc. Y bien, señorita dijo el doctor, en tanto que barajaba las cartas, ¿ha trabajado usted en su catedral desde ayer? ¡Cómo no, doctor! Y he tenido una idea muy feliz.

Fue una revolución a bordo; en vano procuré detener al suizo, explicándole que, aun cuando el buque anunciado fuera el que con tanta ansia esperábamos, tendríamos un día y medio o dos que pasar en aquel punto, mientras se hacía el transbordo de las mercaderías. ¡En vano!

Por lo que hace á manifestaciones materiales, no omitiré indicar algunas que me parecen características del pueblo suizo, y que son signos siempre seguros de bondad, moralidad, buen gusto y dignidad. Ya he dicho que la pulcritud es general, sobre todo en las localidades protestantes.

El Canton. Su historia. Sus instituciones y productos. El régimen comunal. La ciudad de Neuchâtel. Un panorama suizo. El sol de la tarde brillaba con melancólica hermosura sobre las crestas de las montañas jurásicas y el lago y las campiñas riberanas, cuando nos embarcamos en el vapor Aigle y nos dirigimos hácia el puerto de Ouchy, costeando la ribera setentrional.

Tsendi, naturalista suizo, afirma bajo palabra de honor que si el buen animal se encuentra en el camino á alguna chica con su cesto de fresas, se conforma con colocar delicadamente la pata en el cesto para pedir su parte. Y cuando entra al servicio del hombre es servicial y magnánimo: tiene buen humor y desdeña las injurias.

Mas no se pasó mucho tiempo sin que se abriera la puerta de par en par, y entrara por ella un carcelero con una bujía encendida anunciándome que pronto llegaría el juez y el escribano. Aparecieron al fin estos dos varones, y fue extraordinaria mi sorpresa al encontrarme enfrente de dos señores que jugaban todas las tardes al billar conmigo en el café Suizo.

Tres horas después me hallaba en el café Suizo de Madrid. Junio de 1858. Doy fe de haberlo visto con mis propios ojos, ayer á 18 de Julio, de dos á tres de la tarde, desde las venerandas ruinas de Sagunto, ó sea desde lo alto del castillo de Murviedro. Con este solo fin había salido la víspera de la villa y corte de las Españas en el tren correo.

En dicho camino es notable un puente que se eleva sobre el río Olla, dedicado á Nuestra Señora de la Sacristía, según leímos en la piedra. En Majayjay, fuí á parar á la casa del suizo D. Gustavo Tóbler, excelente naturalista, radicado y casado en el país. Jamás olvidaré las horas que pasé al lado de aquella inteligencia verdaderamente cosmopolita, y de aquella actividad incansable.

Aunque el marino era con frecuencia perteneciente á las principales familias de la población, no había que buscarle en la Alameda, ni en el salón del Suizo, ni en los bailes de formalidad. Semejantes atmósferas le asfixiaban. Sus terrenos preferidos eran los cafés de segundo orden y todas las calles de la población, siendo de noche.

Al volver un recodo del desfiladero se encuentra la union de las estrechas gargantas ú hoyas del Agua-Negra y del Trient, riachuelo que desciende del extremo setentrional de los nevados que forman la cadena del Monte-Blanco. La Saboya ha terminado, y el país suizo, lleno de encanto y majestad, desarrolla sus contrastes de ricos y complicados valles y montañas colosales y abruptas.

Palabra del Dia

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