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Actualizado: 14 de julio de 2025
Los alcaldes llevan sus varas, y los regidores sus bastones, que rara vez los sueltan de las manos, y acabada la misa es la primera diligencia el ir a la puerta de la habitación del cura, a saludarlo, y tomar las gracias, y desde allí pasan a la del administrador, el que les previene lo que han de hacer aquel día; y, despedidos, se van juntos a la casa del corregidor, y a su puerta determinan el reparto de la gente, y demás que corresponde a las faenas.
Ni les intimida el número, Ni el morir les causa miedo; Con sables hechos pedazos Sus ojos despiden fuego, Está abollado el morrion Y sangre vierten sus miembros, Ruge el plomo en sus cabezas Y retiembla el pavimento; Pero ellos imperturbables En medio del entrevero, Sueltan la rienda al caballo, Descargan golpes tremendos; Y ante su diestra valiente Llenos de susto los siervos, Bajan la mústia cabeza, Abren un ancho sendero; Y allí donde el clarin Resuenan los tristes ecos Llenos de sangre y de polvo Júntanse los coraceros.
Pues no digamos nada si el sabio da cuerda a las figuras, y como la mayor parte de ellas son automáticas, se sueltan a andar y hasta abren la boca y saludan en griego al ilustre tourista.
Aresti escuchaba al capataz, y aprovechando sus pausas seguía recriminándolo. Tocino, tú eres un ladrón que vendes á los obreros los artículos averiados que no quieren en Bilbao, y los haces pagar más caros que en la villa. Esas son mentiras que sueltan los socialistas en sus metinges gritó el capataz enrojeciendo de indignación con el recuerdo de lo que decían los obreros en sus reuniones.
Además del opio y los gallos, una de las diversiones más concurridas es la lucha de los carabaos, que llevan á efecto colocando dos machos junto á una hembra, y teniéndolos sujetos hasta el momento del celo, llegado el cual los sueltan.
Si no vienen a casa a la hora que los sueltan sus cuidadores, tampoco los solicitan ni buscan, ni aunque se huyan del pueblo hacen diligencia de buscarlos y traerlos, pues se consideran desobligados de todo, y aun se tendrían por dignos de reprensión si tomasen a su cargo aquel cuidado.
El temor del peligro es mayor escribiendo que hablando; pero también el rubor, la timidez, el recato ceden a veces con más facilidad estando a solas y cara a cara con el papel que cara a cara con un hombre, y quizá rodeada la mujer de personas curiosas y que se supone que serán maldicientes. Así escriben muchas; sueltan prendas que permanecen, y se ven al cabo comprometidas.
Nunca lo estuve, Ricardo. ¿Y aquel lloriqueo?... No sé yo misma lo que ha sido... Hace algunos días que no me encuentro bien... y sin saber por qué se me sueltan las lágrimas... Pues lo celebro en el alma, preciosa. No puedes figurarte lo que sentía haberte disgustado. ¡Bah!... ¡Y con qué sentimiento llorabas!... Creí que te pasaba algo grave de veras... ¿Has tenido algún disgusto hoy?
Don Federico, ¿sabe usted otra que dice y que se cree como artículo de fe?, que las culebras no se mueren nunca. Pues ya se ve que las culebras no se mueren nunca repuso el pastor . Cuando ven que la muerte se les acerca, sueltan el pellejo y arrancan a correr. Con los años se hacen serpientes; entonces, poco a poco, van criando escamas y alas, hasta que se hacen dragones y se vuelan al desierto.
Se pone al fuego una cacerola con agua y una rama de orégano y al empezar a hervir sáquese aquél, échense las morcillas dejándolas hervir a fuego suave y sacándolas cuidadosamente se las pincha para ver si sueltan sangre, en cuyo caso es que no se han cocido lo bastante y deben volverse otra vez a la cacerola para acabarlas de cocer, procurando cubrirlas con un paño una vez cocidas.
Palabra del Dia
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