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Actualizado: 27 de junio de 2025
Diga, señor, ¿es esto justo?... Si entro en una fonda, me ponen en la puerta apenas me conocen; en la calle todos rehuyen mi contacto, y hasta en la Audiencia me tiran el sueldo a los pies, como si yo no fuese un funcionario lo mismo que ellos, como si mi dinero no figurase en el presupuesto... ¡Todos contra mí!
La Compañía hacia grandes daños á su paso por Salónica y los conventos del monte Athos. Una vez en la verdadera Grecia, el duque de Atenas, Gautier de Brienne, descendiente de los cruzados franceses, la tomaba á sueldo. Trataron con desprecio los caballeros francos á estos guerreros medio salvajes, y los almogávares, poco sufridos de carácter, se enemistaban con ellos.
Desnoyers, al casarse, pensó en su madre. ¡Si la pobre vieja pudiese ver este salto extraordinario de su fortuna! Pero mamá había muerto un año antes, creyendo á su hijo enormemente rico porque le enviaba todos los meses ciento cincuenta pesos, algo más de trescientos francos, extraídos del sueldo que cobraba en la estancia.
«Preparado ya para partir á Málaga dice un biógrafo el cabildo, que deseaba tenerlo á toda costa y mejorar su posición, decidió que el muestro Pedro Fernández, á quien Guerrero llamaba el maestro de los maestros españoles, fuese jubilado con la mitad de la renta: que sus funciones fuesen desempeñadas por Guerrero, que recibiría la otra mitad, conservando al mismo tiempo su sueldo de cantor, y teniendo opción al Magisterio con todo su sueldo á la muerte de Fernández, que no aconteció hasta veinte y cinco años más tarde.»
Don Fadrique pudo entonces obtener licencia para navegar á las órdenes de la Compañía de Filipinas, y salió para Calcuta mandando un navío cargado de preciosas mercaderías. Tres viajes hizo de Lima á Calcuta y de Calcuta á Lima; y como llevaba muy buena pacotilla y un sueldo crecido, y alcanzó ventas muy ventajosas, se halló en poco tiempo poseedor de algunos millones de reales.
El padre Aldao, a más de una suma de dinero, empezó a recibir su sueldo de general de mano de Rosas, y el general Heredia, de Tucumán, que; con motivo de la muerte de Quiroga, escribía a un amigo suyo: «¡Ay, amigo! ¡No sabe lo que ha perdido la República con la muerte de Quiroga! ¡Qué porvenir, qué pensamiento tan grande de hombre!
»El pobre ha vivido ayudando al escaso sueldo de su padre, y á lo poco que yo gano como sacerdote, dando lecciones de latín, algunas fuera del pueblo, costándole todos los días un viaje.
Salimos muy temprano en busca de algun restaurant que nos acomode, bajo el doble aspecto de estómago y bolsillo. Es indudable que lo hay; ¿qué no hay aquí? Sí, lo hay, digo yo á mi mujer; pero mi mujer me contesta: ¿dónde está? De esto se trata. No distábamos treinta pasos de nuestro hotel, cuando oigo que me llamaban. Era una pobre muy anciana, á quien habian tirado un sueldo desde un balcon.
Pablo Aquiles bajó la cabeza y suspiró. Y él, que nunca había servido para nada, se vió obligado a buscar un empleo fácil, para ayuda de gastos. ¡Qué disgustos pasó antes de lograrlo! Con su pequeño sueldo y la escasa renta que les habían dejado, no le faltaría pan a su hijo. En medio de todas sus desdichas, sólo le quedó una ilusión y una esperanza: Quilito.
No fué, porque no pudo; porque los ochenta pesos de su sueldo no le alcanzaban para comer, pagar la casa... y las cuentas de Quilito, la esperanza y el orgullo de la familia. ¿Qué le diría el jefe al día siguiente? Iba a entrar en la oficina sin hacer ruido, tratando de no llamar la atención, y sin chistar se sentaría en su despacho y trabajaría hasta las seis, sin levantar cabeza.
Palabra del Dia
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