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En vano suenan las campanas cada año anunciando que Cristo resucita... Resucita sólo para los que viven de su herencia. Los que sienten hambre de justicia y esperan miles de años la redención, saben que está bien muerto y que no volverá, como no vuelven las frías y veleidosas divinidades griegas. Los hombres, siguiéndole, no habían visto un horizonte nuevo: habían caminado por senderos conocidos.

No tiene más que un sueño: casar a su hija... Pero Paulina tiene 10.000 pesos de dote y cree que con esa suma puede conquistar un yerno en una posición fantásticamente hermosa. Lo que la de Brenay y Petra sueñan en aristocracia o en dinero, la de Aimont lo desea en posición. No tiene más que estas palabras en la boca: Mi hija se casará con una posición.

Había entrado en la casa cuando María apenas contaba un año para servirla de niñera, y nunca más la dejó, siendo ejemplar notable de criada fiel y consecuente. ¿Desde cuándo está ya vestida mi palomita? Hace ya cerca de una hora, Genoveva. Creí escuchar las campanas y me engañé. Ahora suenan de veras. No perdamos tiempo; toma los paraguas y vámonos...

Hace apenas unos minutos, sus cabezas se tocaban; entonces están serios, con las manos juntas y los ojos puestos en el cielo arrebolado. Sus voces suenan admirablemente unidas. Juan tiene una voz de tenor clara y suave, que concierta muy bien con las notas de contralto, llenas y graves, de Gertrudis, y nunca le falta oído cuando se trata de acompañar de improviso una canción nueva.

Con el placer con que acojes en serena noche las quejas de FILOMENA, así serán gratas para mis razones, padre mío. Las nueve Hermanas y yo leímos en los jardines del Parnaso ese libro de que habla la sabia MINERVA. Su estilo festivo y su acento agradable suenan á mis oidos cual la sonora fuente que brota en la entrada de mi gruta umbría.

Cirilo se pasó la mano por la frente y respondió con amargura: Ya ves, querida, que ningún día puede llamarse feliz hasta que suenan las doce de la noche. UN TROPEZÓN DE GUSTAVO

Todos lo aseguran; y como todos le desean por su ingenio festivo, todos se preguntan: ¿quién le ha visto? ¿quién le ha hablado? ¿Y hay alguien que le haya hablado ó visto? No; no, señor; es uno de esos rumores que suenan, y cunden y se saben en un momento en toda una ciudad. Estaba preso.

El cielo está gris; poco a poco va apagándose la fosca claridad del día; pasan en formidable estrépito carromatos, coches, tranvías; se oyen voces, golpes violentos, rechinar de ruedas; un organillo lanza sus notas cristalinas. Y de pronto suenan lentas las campanas, en unas vibraciones largas y pausadas... »Es la voz de esta iglesia, que suplica a los hombres un poco de piedad.

En orillas opuestas ven tranquilamente precipitarse en medio de la corriente de la vida, en la que unos se han agitado y en la que los otros no sueñan en agitarse mañana. Un niño que sonríe en una cuna, que agita inconscientemente sus manecitas, que ríe o llora maquinalmente, es la manifestación más íntima, más pura de la ternura humana.

Y cuando alguna vez oigamos esos tiros tan alegres que suenan en el café y dentro de las casas, podremos decir: «Gracias a nuestra ama hemos sentido también dentro del cuerpo esa descargaBendita sea la mano que sabe dar cosas tan buenas y que no arrepara a quién las da.