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Actualizado: 3 de junio de 2025
GUZMÁN. Se entiende. JIMENO. Pues... mis dudas tengo en cuanto a eso. GUZMÁN. ¿Qué decís? JIMENO. Desde el suceso que acabo de contaros no ha dejado de haber lances diabólicos... Yo diría que el alma de la gitana tiene demasiado que hacer para irse tan pronto al infierno. FERRANDO. ¡Jum!... ¡Jum!... JIMENO. ¿He dicho algo? FERRANDO. Preguntádmelo a mí. GUZMÁN. ¿La habéis visto?
El hecho es que, habiéndose resuelto desde que estuve en la Granja todas las dificultades que se oponían a nuestro matrimonio, haya aplazado yo varias veces desde aquella época un suceso tan lisonjero para mí.
Con todo esto, callaré, y no le diré nada, por ver si salgo verdadero en sospechar que no ha de tener efecto la diligencia hecha por el señor Carrasco. El cual respondió que ya una por una estaba en buen punto aquel negocio, de quien esperaba feliz suceso.
Aunque al principio la jaca se rebeló un poco, puesta ya en la carretera, con la querencia de la cuadra de Sarrió, donde estaba generalmente, anduvo bastante bien. La joven ordenó al criado que la llevara a casa de don Rudesindo, con cuya señora mantenía bastante relación. Allí se refugió, y estuvo hasta que su padre, dos o tres días después del suceso, la llevó a Madrid.
Todo este suceso que se ha referido es conforme se saca de lo que Montaner en su historia, y Berenguer en sus relaciones no dejó escrito. Pero George Pachimerio en el cap.
En tanto dos hombres que en un apartado y estrecho cuarto del piso bajo de la casa parroquial estaban, entretenían el insomnio charlando acerca del suceso que motivaba tanto ruido y tan extremosas entradas y salidas de gente. ¿Quién anda por ahí, que tanto ruido hace? preguntó Navarro a su hermano. No es cosa que deba desvelarte, porque ni a ti ni a mí nos interesa.
Cree haber nacido para vivir en lo más alto, y la desgracia se complace en hacerla caer... Nada tiene de extraño que sea mala, faltándole el consuelo de la modestia y la resignación. Pareció asustarse el español al considerar lo que probablemente podía ocurrir en la Presa después del suceso de aquella mañana.
No hay nadie sin defectos, se decía, y es preferible que tenga éstos al que yo había imaginado. Cinco o seis días después del suceso relatado, El Joven Sarriense insertaba una gacetilla donde pérfidamente se insinuaba la misma idea que le había obligado a hacer aquella memorable excursión nocturna a Tejada.
Pues éste es el delincuente, Y yo el juez, que de rodillas Vuestro seguro os acuerdo. El Rey estrecha entre sus brazos al atrevido y noble magistrado, y manda que, para recuerdo perpetuo de este suceso, permanezca la estatua en su lugar, y que Juan Pascual desempeñe mientras viva el cargo de asistente de Sevilla.
Por fin alzó la cabeza y dijo: ¿Se acuerda usted de la burra que hubo que buscar en Cebre para mi mujer? ¡No me he de acordar! Pues la señora del juez..., ríase usted un poco, hombre..., la señora del juez se avino a prestármela porque iba Primitivo conmigo. Si no.... No hizo Julián reflexión alguna acerca de un suceso que tanto indignaba al marqués.
Palabra del Dia
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