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Actualizado: 11 de junio de 2025


¡Que estamos conformes, mujer!... Pero.... Y Simón se rascaba la cabeza y fruncía la boca. En esto entró el señor cura, venerable viejecito, a comprar dos cuartos de hilo negro para recoserse la sotana. Más a tiempo no podía usted llegar, señor don Justo le dijo Simón. Pues ¿que ocurre? preguntó el cura. Algo muy serio para nosotros respondió Simón ingenuamente.

Reducíase su vestido a una blusa o camisa llamada por ellos tridako, fabricada con las fibras de una corteza de árbol; pero la falta de trajes la suplían con la sobra de adornos: collares de dientes de puerco y chacal, o de escamas de tortuga, y brazaletes de conchas y espinas de pescado. Uno solo de ellos el Korana o jefe sin duda llevaba una especie de sotana de tela roja.

El capataz sonreía viendo que el amo y sus acompañantes de sotana o capucha mostraban gran placer en oírle; pero su sonrisa de campesino socarrón, no llegaba a saberse si era de burla o de agrado por la confianza del señor.

Yo creo que este clérigo, como otros muchos, merece nuestro respeto y hasta nuestra admiración. Es discreto; su sotana podrá estar raída y verdosa, pero luce de limpia. ¿Cómo es posible que él pueda costearse otra? Hace un momento, y mientras el señor con quien hablaba sacaba la petaca, yo he visto que él también se llevaba la mano al bolsillo. Pero ¿para qué se la llevaba?

Este clérigo gana una peseta, que es a lo que monta su misa diaria. «Y muchos días ha oído decir Azorín le falta la celebraciónCon esta escasa renta ha de mantener a su madre y a una hermana. «Y gracias ha oído decir también Azorín que un hermano que tenía, y que se había pegado también a la sotana, se ha casado ya

Una cadena algo negruzca, con llaves de reloj y medallas, se tendía de la botonadura de la sotana a un bolsillo del pecho. Dos dedos enrojecidos por el tabaco sostenían un cigarrillo. La cabeza, de pelo duro e intensamente negro rayado de canas prematuras, ocultábase en parte bajo un casquete redondo de seda, igual al que usan los tenderos.

Un pueblo no se da a propio, sólo «porque así lo quiere», un buen gobierno y buenas instituciones. Es preciso que se los busque de acuerdo con sus tradiciones; es necesario que tenga en cuenta las enseñanzas de su historia; es preciso que las instituciones y la Forma de gobierno le vengan apropiadas, como a la sotana, a usted la levita, y a este joven el saquito corto.

Los pobres muchachos que ahora visten la sotana soñando con la mitra me causan el efecto de esos emigrantes que marchan a países lejanos, famosos por largos siglos de explotación, y los encuentran más esquilmados aún que su propio país. Tiene usted razón, Gabriel; la época de la Iglesia dominante pasó ya.

El envoltorio contenía una sotana de chamalote de seda, un manteo de paño de Segovia, un par de zapatos con hebilla dorada, un alzacuello de crin y un sombrero de piel de vicuña.

He tenido en mi mocedad un recuerdo vago de aquella vida, y ahora, á fuerza de meditar, puedo verla clara. Yo fui sacerdote en Egipto, ¿se entera usted? allá por los años de que yo cuántos... , señor, sacerdote en Egipto. Me parece que me estoy viendo con una sotana ó vestimenta de color de azafrán, y unas al modo de orejeras que me caían por los lados de la cara.

Palabra del Dia

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