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Actualizado: 5 de junio de 2025
En vez del cansancio y melancolía que en los últimos tiempos reflejaba, observábase ahora un alegre sosiego, una firmeza que tenía desconcertados a todos los asistentes al juicio oral. Parecía que aquellos debates no iban con él, que no estaban su honra y su libertad sobre el tapete.
Pido esto con esta mansedumbre y sosiego, porque tenga, si lo cumplís, algo que agradeceros; y, cuando de grado no lo hagáis, esta lanza y esta espada, con el valor de mi brazo, harán que lo hagáis por fuerza.
En luengo un grande rio caudaloso Con sus dos compañeros fué bajando Tres dias, y en un prado verde umbroso Que el rio con sosiego va bañando, Metido en una choza al valeroso Topamaro le ha hallado reposando, Sin gente, que no saben la venida Del Capitan Loyola á su guarida.
Aún no repuesta de los violentos esfuerzos, que la pusieron al frente de las naciones europeas, no era tampoco posible que se consagrase á disfrutar con sosiego de los bienes alcanzados. Faltábale el asiento y la tranquilidad necesaria para que floreciese en toda su lozanía la literatura dramática.
Mientras el belicoso médico no venía, todo era paz y sosiego en la habitación de la enferma. Únicamente lo turbaba el llanto, prontamente acallado, de la niña.
Sus impresiones no habían sido malas, y aunque no tenía bastantes datos para formar juicio del verdadero carácter de la prójima, podía anticipar, fiado en su experiencia, en su buen ojo y en un cierto no sé que, presunciones favorables. Con esto la curiosidad de doña Lupe se acaloraba más, y ya no podía tener sosiego hasta no meter su propia nariz en aquel guisado.
Bajo el enérgico y maternal gobierno de esta noble princesa disfrutó de paz y sosiego su reino, destrozado antes con luchas y divisiones de partidos.
Mas si esperaba el duque algún fruto de acechar así por los cristales, cayole la pascua en viernes, porque la sueca, después de haber tocado con gran sosiego y maestría hasta media docena de mazurcas, se levantó con no menor majestad de la desplegada al entrar, y sin volver el rostro, tomó hacia la puerta.
Esta paz y este sosiego de que gozo fomentan mi egoísmo, y cada día se acrecienta más mi temor de perder ese sosiego y esa paz que me son tan gratos y tan caros en medio de la agitación y del tumulto de esta ciudad populosa. ¿Por qué pretende usted privarme de mi tranquilidad y despertar mi corazón que se reposa y está como dormido?
Por fin llegó el instante de la despedida, que Fortunata deseaba con ansia y temía, considerándose incapaz de decir con claridad y sosiego todas aquellas fórmulas últimas y el ofrecimiento de la casa. La de Jáuregui lo hizo como persona corrida en esto; Fortunata tartamudeó, y todo lo dijo al revés. Maximiliano habló poco durante la visita.
Palabra del Dia
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