Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 20 de junio de 2025


¿Sola? la interrogó entonces el confidente, con fogosa vehemencia. Y a esta pregunta no pudo responder Luz de pronto, porque le dejó sin ánimos para ello una sensación que hubiera creído de miedo, a no parecerle tan agradable. Sola..., sola no llegó a decir, bajando los hermosos ojos y con las mejillas muy sonrosadas : con él. Y de aquí no pasó ya la pobre chica.

Hoy por hoy, con su cuello mórbido y gracioso, el seno firme y decidido, que aspira á levantarse hacia la barba, su cintura delicada, los brazos redondos y macizos, las manos breves de uñas sonrosadas y sus pies inverosímiles, la condesa de Trevia es una mujer hecha á torno.

Si a esto agrega usted que tarde o temprano... Un golpe violento de tos cortó la palabra a don Mariano. Era un hombre grueso, alto, con barba y cabellos blancos; aquélla muy crecida. Sus ojos negros brillaban como los de un joven, y en sus mejillas sonrosadas el tiempo no había conseguido labrar profundos surcos. Sin duda había sido uno de los jóvenes más gallardos de su época.

¡Oh, caso portentoso! Ricardo observó, con pasmo, que al tiempo de hacerle la caricia, el rostro de María se había trocado súbitamente por el de Marta. ; eran sus ojos negros y rasgados, sus mejillas frescas y sonrosadas, sus negros cabellos cayendo en rizos por la frente.

Las rosetas encarnadas de sus pómulos así lo decían; el brillo inusitado de los ojos también lo pregonaba. Tenía los labios secos y las ventanas de la nariz sonrosadas y más abiertas que de ordinario. La cándida frente estaba surcada por una leve y prolongada arruga que anunciaba el vivo deseo, el ansia inquieta y sensual que debajo de ella se ocultaba.

Cuando se levantó al cabo de una hora, tenía las mejillas sonrosadas, los ojos brillantes: una sonrisa humilde, vergonzosa, trasfiguraba su rostro marchito, prestándole una suavidad cándida y virginal que jamás había tenido. Si en algún momento de su vida estuvo hermosa, fue en aquél.

Los cadetes venían por la tarde a contemplarlo, siendo para ellos lo más notable de la Primada aquel coloso de carnes sonrosadas que, con el niño al hombro, adelantaba sus piernas angulosas, apoyándose en una palmera que parecía una escoba. La alegre juventud militar divertíase midiendo los tobillos con el sable y calculando después cuántos «sables» de altura alcanzaba el bendito coloso.

Aquella belleza pálida y severa, de facciones regulares, de austera sencillez y de aspecto modesto y digno, era para él una novedad comparada con las muñecas de caritas sonrosadas y peinados estrepitosos, con aspecto atrevido o lánguido que había tratado hasta entonces y entre las cuales estaba comprendida irreverentemente la pobre Juana con su encanto de linda rubia.

Las áridas cercanías de Madrid embellecíanse con la llegada de la primavera. Cubríanse los cerros de verde al crecer la cabellera de las cebadas y los trigos. En las cañadas, los grupos de almendros adornábanse con flores: unas blancas como el nácar; otras sonrosadas, con el color de la carne femenil. Las lilas pendían como racimos de violetas de las altas ramas.

Si los sitios más hermosos de la tierra llegaran á convertirse un día en punto de reunión de los ociosos, á aquellos que gustan de vivir en la intimidad con los elementos, no les quedaría otro recurso que huir en una barca al alta mar ó esperar el día en que puedan cernirse como el ave en las profundidades del espacio, pero siempre echarían de menos los frescos valles de las montañas, los torrentes que brotan de la inmaculada nieve, las blancas ó sonrosadas pirámides que se yerguen en lo azul del cielo.

Palabra del Dia

vorsado

Otros Mirando