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Actualizado: 8 de mayo de 2025
Pero, repentinamente, al triste concierto se unió un murmullo creciente parecido al de una multitud lejana que sollozaba, gemía y gritaba desesperadamente. Mi sueño se hacía intranquilo por momentos, cambiándose al instante en pesadilla y despertando sobresaltado.
Sus hermanos tenían que seguir una carrera, sus hermanas se habían casado, gracias a la dote; todos y todas fijaban en él miradas ansiosas y ávidas como en el autor y el sostén de su dicha. ¡Los réditos! Tal era la palabra aterradora que en lo sucesivo resonaba a toda hora, amenazante, en sus oídos, y por la noche le hacía despertarse sobresaltado y llenaba sus sueños de visiones espantosas.
Quisieron mis hados, o por mejor decir mis pecados, que una noche que estaba durmiendo, la llave se me puso en la boca, que abierta debía tener, de tal manera y postura, que el aire y resoplo que yo durmiendo echaba salía por lo hueco de la llave, que de cañuto era, y silbaba, según mi desastre quiso, muy recio, de tal manera que el sobresaltado de mi amo lo oyó y creyó sin duda ser el silbo de la culebra; y cierto lo debía parecer.
Creo que Beatriz sigue queriéndome; pero el temor de que me pierda el cariño, la sospecha de que el alto concepto que de mí formó vaya rebajándose de continuo, me tiene constantemente sobresaltado. »El menosprecio es contagioso.
Dirigiose sobresaltado a los que dormían con intención de despertarles, pues no había tiempo que perder; pero al volverse hacia donde debía estar tendido el tío Billy, vio que éste había desaparecido. Cruzó rápidamente por su mente una idea desagradable, y una maldición salió de sus labios. Voló hacia donde habían atado a los mulos: ya no estaban allí.
Desde aquel momento comprendí lo que había, tanto mas cuanto que, al mirar con impasibilidad á la silenciosa vecina, noté que bajaba los ojos con algun embarazo. Parece que ámbos adivinaron mi sospecha, porque inmediatamente el dormilon sobresaltado dijo, como queriendo explicar la situacion: Sobrina, ¿no tienes sueño? No, tio, respondió la vecina.
Tan agudas y vivas fueron las agujetas que le acometieron, que hasta, cuando se hallaba durmiendo creía estar tirándose a fondo. Despertaba sobresaltado con terribles dolores en las articulaciones. ¡Luego aquel M. Lemaire era tan cruel!
Si hubiera hallado una vez la facultad de sonreir, y presentar un rostro alegre, no habría sido el hombre que era. En una de esas terribles noches que hemos tratado vanamente de describir, el ministro se levantó sobresaltado de su asiento. Una nueva idea se le había ocurrido. Podría haber un momento de paz en su alma.
Corría, miraba de cerca... y no era. A veces creía distinguirla de lejos, y la forma se perdía en el gentío como la gota en el agua. Las siluetas humanas que en el claro oscuro de la movible muchedumbre parecen escamoteadas por las esquinas y los portales, le traían descompuesto y sobresaltado.
A la mañana siguiente, a la hora de que Sol fuese a sus clases, fue Lucía a buscarla para que diesen una vuelta en el coche por cerca del colegio, y le preguntó con ahínco sobresaltado y doloroso, que a quién vio, que quién subió a su palco, que a quién llamó la atención, que dónde estaba Pedro Real: «¡Oh! Pedro Real, tan buen mozo; ¿no te gusta Pedro Real?
Palabra del Dia
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