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Aún duraba en él la vergüenza de su torpeza; si hubiese visto a Leonora en medio del camino, habría retrocedido con infantil terror; pero la seguridad de que a aquella hora no podría encontrarla, le daba fuerzas para seguir adelante. A sus espaldas, sobre los tejados de la ciudad, habían sonado las doce.

Algo más grande y de mayor brillo había soñado el gabarrero, sin saber ciertamente lo que era.... Pero, en fin ¡vaya por la medicina! Y como puesto á hacer las cosas había que hacerlas bien, le enviaría á estudiar á Madrid. No reparaba en gasto más ó menos.

Sonrió al enterarse de que Ulises quería salir inmediatamente para Nápoles. «Hace usted bien...» El tren partía dos horas más tarde. Y lo metió en un coche de alquiler, desapareciendo con precipitación. El capitán, al quedarse solo, casi creyó que había soñado lo de los días anteriores. Volvía á ver Palermo después de una ausencia de largos años.

¡Ay! no la besó, pero la oprimió con melancolía; pensaba en una mano más bella, que había soñado poseer. Y partió para no volver. A pesar del frío, que ni sentía, me senté llorando junto al puente y contemplaba inclinada hacia el arroyo, caer mis lágrimas sobre el hielo. ¡Decir que se iba a saltar la tapa de los sesos! Para eso es necesario que la quiera prodigiosamente.

Era aquel drama el mismo que ella había soñado en otro tiempo, cuando llegaron a Marineda los delegados de Cantabria, de cuyos riesgos y aventuras tanto deseara ser partícipe.

Aquí Desnoyers creyó que debía decir algo, para que el orador no adivinase sus verdaderas preocupaciones. Tal vez no hacen ustedes bastante. ¡Si ustedes devolviesen, ante todo, lo que le quitaron!... Se hizo un silencio de estupefacción, como si hubiese sonado en el buque la señal de alarma.

Después de algunos instantes prosiguió en silencio y con mano temblorosa su tarea. No era la primera vez que había sonado en sus oídos tal noticia. Cuando más niña, alguna compañera maligna le había injuriado de este modo. No le había hecho caso; ni siquiera había pensado en ello. ¿Por qué ahora le producía tan viva impresión?

Aquellas tierras espléndidas, que hacen brotar a raudales de su seno cuanto la fantasía humana ha soñado en los cuadros ideales de los trópicos, podrían ser llamadas, en antítesis a la frase de Alfieri, el suelo donde el hombre nace más débil y escaso.

Escúchame, Catalina: eres la única mujer nacida para ; ... tienes todo lo que yo he soñado en la mujer... ya lo ves, te estoy hablando frío y desnudo como si hablara conmigo mismo.

Dió un espantoso grito, movió al fin sus brazos, y de un terrible revés envió lejos de á Pimentó y su extraña cabellera. Tenía los ojos bien abiertos y no vió más al fantasma. Había soñado; era sin duda una pesadilla de la fiebre; ahora volvía á verse en la cama con la pobre Teresa, que, vestida aún, roncaba fatigosamente á su lado.