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Actualizado: 25 de mayo de 2025
Vaya con las cosas que sueña uno... ¡Pero no, Dios, si lo vi, si lo estoy viendo todavía, y si tengo estampadas aquí las dos figuras...! Esto es para volverse loco... ¡y sería lástima, ahora que estoy tan cuerdo...!». Todo el día siguiente estuvo con la misma confusión en su mente. ¿Lo había visto, o lo había soñado?
Cuando ella vió que no estaba herido, que no le faltaba ningún brazo, ni media cabeza, ni tenía en el pecho ningún tremendo, sangriento agujero, como ella había soñado con horror, se quedó tranquila y en extremo contenta. ¡Si vieras lo que he hecho esta noche! dijo Lázaro, sentándose fatigado y sin aliento junto al lecho.
Quería él defender las instituciones y sus principios contra las reacciones de la monarquía y contra los impacientes de la república, cuyas aspiraciones habían de empezar a cumplirse después de la revolución de julio de 1830 y la de febrero de 1848, cuya hora no había sonado aún con el toque de rebato de aquellas dos ya expresadas revoluciones. Nos encontramos a fines de otoño del año 1829.
Cerca de ellos, al otro lado de la esquina de adobes, sonó un tiro, acompañado de un grito. El amigo de Manos Duras lanzó una blasfemia. Ya empieza el baile dijo armando su rifle y corriendo hacia el sitio donde había sonado la detonación. Rojas acababa de disparar su revólver contra el hombre que le impedía el paso.
Usted se va á asustar de lo que le voy á decir. No lo creerá usted; es inconcebible. Lázaro, que creía ya que doña Paulita Porreño no podía decir nada más inconcebible, tembló ante la promesa de nuevas y más extrañas confidencias. Para realizar la felicidad y la paz con que yo he soñado, no basta el amor; es decir, que para evitar mil irregularidades y disgustos es necesaria además otra cosa.
Algunos fieles madrugadores habían entrado en la iglesia y arrodilládose acá y allá; había sonado el tercer toque de misa, y a poco salió al altar un celebrante con casulla de réquiem; y rezada que fue la misa y cantado el responso, el celebrante entrose en la sacristía, y salieron otra vez los hermanos de la Paz y Caridad, con la difunta cargaron, y seguidos de la mujer y el perro salieron de la iglesia.
Fué asimismo, con la súbita dicha de haberme soñado un instante su marido, el más rápido desencanto de un idilio. Sus ojos volvieron otra vez, pero en ese instante sentí que mi vecino de la izquierda miraba hacia allá, y después de un momento de inmovilidad de ambas partes, se saludaron. Así, pues, yo no tenía el más remoto derecho a considerarme un hombre feliz, y observé a mi compañero.
Cuando nos mandó llamar, habíamos creído que, dándose cuenta de su estado agonizante, lo hacía para darnos a conocer ese misterioso medio que nos haría más ricos de lo que jamás habíamos soñado. Pero en este caso el desengaño había sido cruelísimo.
Se acordaba con amargura de sus primeras entrevistas con le Tas y de la acogida de la señora Chermidy. Cuando comparaba su situación presente con la que había soñado, se consideraba como el más desgraciado de los hombres, porque creía haber perdido lo que había dejado de ganar. La interrupción de una masa enorme que se movía pesadamente en el jardín interrumpió el curso de sus ideas.
Sea de elevada o ínfima posición, no puede el hombre vivir sin deseos, y el cura sufriendo la ley común, había soñado durante treinta años de su vida la posesión de un púlpito.
Palabra del Dia
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