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Actualizado: 26 de julio de 2025
Mire que soy más vieja que Jerusalén y he visto mucho mundo y le conozco a usted desde que se quiso casar con la Silvia. Y bien le aconsejé á ella que no se casara... y le anuncié las hambres que había de pasar. Ahora que está rico no se acuerda de cuando empezaba á ganarlo.
Un solo novio tuvo desde la edad en que apunta el querer hasta los días en que la presento; el cual, después de mucho rondar y suspiretear, mostrando por mil medios la rectitud de sus fines, fué admitido en la casa en los últimos tiempos de Doña Silvia, y siguió después, con asentimiento del papá, en la misma honrada y amorosa costumbre.
Y vos, señora, ordenad A Silvia lo que ha de hacer; Y vos, Silvia, á su querer Sujetad la voluntad. Cristiana, de donde eres? Eres pobre, ó eres rica? De suerte ensalzada ó chica? No me lo niegues, si quieres; Porque soi qual tú muger, Y no de entrañas tan duras, Que tus tristes desventuras No me hayan de enternecer.
Dado me ha la fortuna por discuento De todo mi trabajo, Silvia mia, La gloria del mirarte, y el contento. Mi pena será vuelta en alegria De hoy mas, pues que te veo, Silvia amada, Y mi cerrada noche en claro dia. Yo soi, mi bien, la bien afortunada, Pues que torno á gozar de tu presencia, De lo que estaba ya desconfiada.
Es verdad esto, Silvia? Verdad dice. Que le pediste tú á él? Poco te importa Saber lo que yo á Aurelio le pedia. Concediotelo al fin? Como yo quise. Entraos á dentro, que por fuerza os creo, Porque si no os creyese, convendria Castigar vuestra culpa con mil penas. Vanse.
Las dos harpías cambiaron breves palabras frente a la víctima, que por poco se muere del susto. «A usted le conviene esta copa-brasero dijo doña Silvia , y a mí aquella cómoda». Hicieron subir a los mozos de cordel y se llevaron los citados objetos, después de quitarle a la cómoda la ropa y a la copa el fuego.
O qué cristiano se muestra El rapaz! pues yo os prometo Que alceis á tantico aprieto El brazo, y la mano diestra. Estos rapaces cristianos Al principio muchos lloros, Y despues se vuelven moros Mejor que los mas ancianos. Vanse. Salen IZUF, SILVIA, y ZARA, y un MORO. Dexad, Silvia, el llanto ahora, Poned tregua al ansia brava, Que no os compré para esclava, Sino para ser señora.
¡Casarse él, vusté!... memo, más que memo, ¡casarse! exclamó . Si la señorita dice que vusté no se puede casar... Sí, se lo decía a doña Silvia la otra noche. La indignación que sintió Maximiliano al oír este concepto fue tan viva, que de manifestarse en hechos habría ocurrido una catástrofe. Porque tal ultraje no podía contestarse sino agarrando a Papitos por el pescuezo y estrangulándola.
Al fin, cansada de tanta mudanza, ancló sus afectos en el coronel, un guapo mozo, y tuvo una hija... ¡Silvia, la niña de monsieur Jaccotot, era esta hija del coronel, o, mejor dicho, del regimiento! La fille du regiment!...
No obstante la pérfida insinuación de su mujer, monsieur Jaccotot se compadeció de aquella criatura... ¿Qué culpa tenía la pobrecilla?... La trajo a América, mientras la mala madre rodaba por esos mundos, y la educó como si fuera de su sangre... Sentíase orgulloso y amábala como si fuera de su sangre... ¿No era esa Silvia la única sonrisa que él recogiera de la vida?...
Palabra del Dia
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