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Actualizado: 12 de junio de 2025
A la edad en que otros niños más felices iban a la escuela, ellos eran zagales de labranza por un real y los tres gazpachos. En verano servían de rempujeros, marchando tras las carretas, cargadas de mies, como los mastines que caminan a la zaga de los carros, recogiendo las espigas que se derramaban en el camino y esquivando los latigazos de los carreteros que los trataban como a las bestias.
Las tiendas de objetos de lujo iban cerrándose unas tras otras, y dueños y surtido tomaban el rumbo de Niza, Cannes o cualquiera estación invernal semejante. Algunas quedaban rezagadas todavía, y sus escaparates servían de entretenimiento a Lucía y Pilar, cuando esta última salía a sus despaciosos paseos.
Hasta la entrada de los franceses en el presente siglo subsistió al lado del altar de S. Francisco de Paula, donde se habia colocado tambien la antigua imágen de Nuestra Señora, una tabla que á la letra decia así: «Por la mucha humedad y oscuridad de la capilla que está á espaldas de esta obra, y por el poco culto y escasa decencia con que en ella se servian el depósito del Santísimo Sacramento y las sagradas imágenes de Nuestra Señora de las Huertas ó de Cuteclara, y de nuestro glorioso padre S. Francisco de Paula, se sacaron y colocaron en este retablo y altar, que se les construyó el año de 1715.» Al cerrarse esta iglesia al culto con la supresion de los regulares, la imágen de Nuestra Señora fué llevada á la colegial de S. Hipólito y puesta en el altar de Jesus Crucificado.
El cangrejo corrió por las piedras, abrigándose en sus sinuosidades. El pulpo ya no nadaba; corría también como un animal terrestre, subiendo por las rocas con sus garras armadas, que le servían de aparatos de locomoción.
Casi todos eran de tabernas, pero tabernas de las afueras, que a la vez servían de figones y merenderos. «Vinos, por Fulano.» Y aquí el nombre del dueño del establecimiento, como si fuesen los taberneros quienes los fabricaban. En una casucha de tablas, llamó su atención otro rótulo: «Taberna de Agustín, alias el Bolero.
Eran setas transparentes, sombrillas abiertas de vidrio, que avanzaban por medio de contracciones. Del centro interior de su cúpula colgaba un tubo igualmente transparente y gelatinoso: la boca del animal. Largos filamentos pendían del ruedo de sus bordes, tentáculos sensitivos que al mismo tiempo servían para mantener el equilibro flotante.
Bou admiró también aquellas mil chucherías que no servían para nada; las tocaba, las cogía en la mano y las volvía a poner con violencia en su sitio, a riesgo de romperlas. Pasado un largo rato volviose para decir algo de mucha importancia a su amiga, y no la vio. Llamola en voz baja, después a gritos; pero Isidora no respondía.
También capote y calzones Y un bonete colorado, Capote y calza á montones... Los trompeteros, porque á veces servían de heraldos, se vestían con más delicadeza; calzas rojas, justillo con mangas perdidas y el escudo de armas reales bordado sobre el pecho, gorra de paño. Oviedo refirió, que sentido el Almirante de las pesquisas de Aguado, vistióse de pardo como fraile e dejóse crescer la barba.
Algunos han creído que los diputados subían al púlpito para hablar; pero no es cierto. Los diputados hablaban, como hoy, desde sus asientos; y los púlpitos no servían para nada más que para apolillarse.
Esta sala era una gran pieza monumental, con piso de mosaico, bien abrigada, muy clara y muy adecuada para esta clase de sport. Altos bancos cubiertos de espartería se hallaban colocados a lo largo de las paredes y servían de asiento a los espectadores.
Palabra del Dia
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