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Los ojos de la madre imploraban al pequeño con desesperada súplica: «Di arzobispo, rey míoPara la buena señora, su hijo no podía debutar de otro modo en la carrera de la Iglesia. El notario hablaba, por su parte, con seguridad, sin consultar al interesado.

Ningún recelo empañaba la limpieza y seguridad de esta inclinación, si tranquila y serena, irresistible y declarada. Doña Luz, en su orgullo, doña Luz, en el cristal terso e incontaminado de su conciencia, no podía ver peligro, ya que por leve y remoto que le viese, sería como una mancha. El más ligero propósito de precaverse hubiera implicado temor y sospecha ofensiva.

Todos hubiéramos querido apoderarnos de aquellas riquezas; pero al oír al capitán que no estábamos en seguridad porque el crucero inglés andaría buscándonos, decidimos enterrar los cofres. El capitán nos indicó una peña cónica como el mejor punto para guardar el tesoro; nosotros hicimos un agujero al pie de esta peña y enterramos los tres cofres.

El extranjero que llega al Brasil tiene la seguridad de no ser presentado ni recibido en parte alguna: cada uno vive en su casa: esta circunstancia, unida á la de su clima, hace que todos los diplomáticos deseen abandonar el Brasil al poco tiempo de haber llegado.

Este hallazgo nos alentó con la seguridad de que en Paris no nos moriríamos de hambre por falta de mesa, y resolvimos solemnizarlo yendo á un café cantante, desde las seis hasta las ocho de la noche, y al teatro de la Gran Opera, desde las ocho y media hasta las doce.

¿Qué es lo que dices, niña?; mira que dicen que el que canta es un mozo de mulas. -No es sino señor de lugares -respondió Clara-, y el que le tiene en mi alma con tanta seguridad que si él no quiere dejalle, no le será quitado eternamente.

Sin embargo vosotros, cristianos de Córdoba y Sevilla, ¿no debísteis entonces á este mismo rey Abde-r-rahman la seguridad y defensa de vuestras haciendas, de vuestras hijas y esposas, de vuestros hogares y de vuestra ?

Lo que la inquietaba, lo que hacía de su existencia un atroz suplicio, era la idea de que enfermaran sus niños. No era idea, no era temor: era seguridad de que Paquito y Antoñito caían malos... se morían sin remedio. Trató Benina de quitarle de la cabeza tales ideas; pero la otra no se dio a partido, y despidiéndose presurosa, tomó la vuelta de Madrid.

El duque de Borgoña sabe, con seguridad, que un caballero de su corte tiene relaciones sospechosas con sus enemigos, pero ignora cuál es el culpable.

En fin, ahora comprendo con seguridad, por qué este San Sulpicio me gusta más que el Panteon y la Magdalena, como arquitectura religiosa, como arte cristiano, como teología, como espíritu.