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Actualizado: 22 de mayo de 2025
La vida regalona y sedentaria le hizo echar un poco de tripa como esos militares a quienes el ministro premia concediéndoles una plaza en el ministerio o en el Consejo Supremo y al cabo de dos años no pueden meterse el uniforme, porque les estallan las costuras y les saltan los botones.
Sobre una mesa lucía sus marfiles y platas un gran neceser con la tapa de cuero abierta. Unas cuantas estatuillas napolitanas habían sido compradas á última hora para dar cierto aire de sedentaria respetabilidad á este salón que podía deshacerse rápidamente, y cuyos adornos más valiosos eran objetos de viaje.
Don Esteban sentía cierta satisfacción en molestar á su hermano haciendo el elogio de una existencia sedentaria y fructuosa. Allá en las costas de Cataluña vivían sus cuñados los Blanes, unos verdaderos lobos de mar. Esto último no lo podría contradecir el médico. Pues bien; sus hijos estaban en Barcelona, unos como dependientes de comercio, otros plumeando en el despacho de su tío el rico.
Conocer es crear, y crear conocer. Todo lo anterior es un fragmento de las especulaciones belarminianas. ¡Lo que hace la prolongada actitud sedentaria y el ocio discursivo!... Los filósofos son hombres en cuclillas, incluso el peripato, que, si explicaba paseando, encuclillado edificó su sistema. Prosigue.
Sí, señor; lo mismo la hija del Marqués ó del Conde, que la del médico ó el abogado y la del artesano ó el campesino, así la doctora en amor de la metrópoli, como la tétrica de la ciudad sedentaria, y la díscola lugareña, todas hablan con el novio por el balcón, por la reja baja, por el tejado, por las rendijas de la puerta, por la tapia del huerto á la luz del sol, á la de la luna, á la de los faroles y á ninguna luz: ¡á la faz de los transeuntes, cuando los padres son gustosos, y de media noche para abajo, entre la una de la madrugada y el amanecer, cuando se opone la familia!
Eran combatientes de todas armas y de diversas razas: infantes, jinetes, artilleros; soldados de la metrópoli y de las colonias; campesinos franceses y tiradores africanos; cabezas rubias, rostros de palidez mahometana y caras negras de senegaleses, con ojos de fuego y belfos azulados, unos mostrando el aire bonachón y la sedentaria obesidad del burgués convertido repentinamente en guerrero; otros, enjutos, nerviosos, de perfil agresivo, como hombres nacidos para la pelea y ejercitados en campañas exóticas.
Desde que había comenzado a coserse el equipo de su Hermana, Pablito manifestaba cierto gusto por la vida sedentaria que hasta entonces jamás se había observado en él. ¿Quién le había visto en los días de la vida detenerse un minuto en casa después de comer? ¿Quién pudiera imaginar que se pasaba la mañana sentado en aquella butaca dando parola a las costureras? Nada más cierto, sin embargo.
Poco desarrollada aún por virtud de su crudelísima infancia, por la vida sedentaria, después, del convento, en cuanto cambió de clima y de forma de vida adquirió en dos o tres años la elevada estatura y las majestuosas proporciones con que hoy la vemos. Sus partes morales dejaban bastante más que desear. Era su temperamento irascible, obstinado, desdeñoso y sombrío.
Enseñábale aquellas familias, de exterior tranquilo y feliz, paseando dentro de sus carruajes, con la plácida calma de una abundancia sedentaria y exenta de emociones. ¡Cristo! ¿Tan mala era aquella vida? Pues así podía vivir él si era bueno, si no volvía la espalda al deber; rico, influyente, respetado, envejeciendo rodeado de hijos; lo único que en este mundo puede desear una persona honrada.
Así estuvo mucho tiempo, frente al Océano, que titilaba bajo el resplandor del sol, gozando de la sombra de la cubierta, incorporándose y llevando una mano a su gorra cada vez que aparecía un nuevo paseante. Todos eran hombres y caminaban apresuradamente, dando la vuelta al castillo central, con la preocupación de combatir el engruesamiento de la vida sedentaria.
Palabra del Dia
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