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Actualizado: 10 de mayo de 2025


Fue raro el pueblo en que se hallasen con alguna formalidad los inventarios de la iglesia, de modo que Su Señoría Ilustrísima tuvo a bien formarlos de nuevo con especificación de todo, para que a lo menos en adelante se observe alguna formalidad y cuidado.

-Yo no esas miradas -replicó Sancho-: sólo que será bien que vuestra señoría entienda que, pues volábamos por encantamento, por encantamento podía yo ver toda la tierra y todos los hombres por doquiera que los mirara; y si esto no se me cree, tampoco creerá vuestra merced cómo, descubriéndome por junto a las cejas, me vi tan junto al cielo que no había de a él palmo y medio, y por lo que puedo jurar, señora mía, que es muy grande además.

Durante ese tiempo tenía que ser la propiedad de su amo, lo mismo que si fuera un buey. El siervo llevaba el traje azul que era el vestido ordinario de los siervos de aquella época, como lo fué también mucho antes en las antiguas casas solariegas de Inglaterra. ¿Está en casa Su Señoría el Gobernador Bellingham? preguntó Ester.

Lo último, que se junta con lo dicho mi mucha necesidad a quien todo es común: la mesa de vuestra señoría se pone para remediar a semejantes, con que no es necesario esperar a ser convidados los que fueren soldados de mis prendas. Suplico a vuestra señoría se sirva mandar que se me la bebida, que como soy español, no me han entendido, aunque la he pedido."

-A vuestra señoría -respondió el mayordomo-, que en esta ínsula no ha entrado otro Panza sino el que está sentado en esa silla.

Yo me acuerdo de los tiempos de la Reina, de aquellos tiempos, hija, en que el pan estaba a doce cuartos las dos libras y en que había más religión, más aquel, más principios, en que los grandes eran grandes y los chicos chicos, y había más respeto a todo. Yo me acuerdo de aquel tiempo y me dan ganas de llorar. Aquello era ser Majestad, aquello era señoría y grandeza.

Las mencionadas damiselas entre merced y señoría son acaso las que más disfrutan de los encantos naturales y artísticos de la moribunda gran ciudad. ¡Por lo mismo que las pobres significan menos en lo presente, se aferran con más ahinco á lo pasado!

Y, antes que ella respondiese, dijo el licenciado: ¿Hacia qué reino quiere guiar la vuestra señoría? ¿Es, por ventura, hacia el de Micomicón?; que debe de ser, o yo poco de reinos. Ella, que estaba bien en todo, entendió que había de responder que ; y así, dijo: -, señor, hacia ese reino es mi camino.

No se le ocultaba la intención que guiaba a su señoría al combatir aquel presupuesto. Sobre este punto tenía él ideas particulares y propias. «Yo entiendo que su señoría, proponiendo economías, busca también combatir las instituciones religiosas, de las que es enemigo». Y al llegar a este punto Rafael se lanzó en loca carrera, pisando terreno firme y conocido.

Esta carta yo la , cuando el tal indio estuvo en esta ciudad de Buenos Aires á pedir á su Señoria algun socorro de caballos, que no se les dieron, y solo se le ofreció regalarle si conseguia carta de los Césares, y la traia á su Señoria antes de llevarla á Chile.

Palabra del Dia

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