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Actualizado: 27 de mayo de 2025
Para desempeñar cargo tan importante, había elegido ya Obdulia a una muchacha finísima educada en el servicio de casas grandes, y que se hallaba libre a la sazón, viviendo con la familia del dorador y adornista de la Empresa fúnebre. Llamábase Daniela, era una preciosidad por la figura, y un portento de actividad hacendosa.
En efecto, el paisano Barragán se sintió acometido en el templo por un tropel de ideas metafísicas. Desde niño, en que se fuera a América, no había entrado en una iglesia más que el día en que se casó con la viuda, hacía ya bastantes años. En aquella sazón los afanes matrimoniales no permitieron el paso a los pensamientos ultramundanos que ahora soplaban lúgubremente por su cerebro vacío.
-Todo es al pie de la letra como vuestra merced lo va relatando -dijo a está sazón el canónigo. A lo cual respondió don Quijote: -Añadió también vuestra merced, diciendo que me habían hecho mucho daño tales libros, pues me habían vuelto el juicio y puéstome en una jaula, y que me sería mejor hacer la enmienda y mudar de letura, leyendo otros más verdaderos y que mejor deleitan y enseñan.
Había que cuidarlo a todas horas, preocuparse de los pastos y las aguas, trasladarlo de un sitio a otro con los cambios de temperatura. Cada toro costaba más que el mantenimiento de una familia. Y cuando estaba ya en sazón, había que cuidarlo hasta el último momento, para que no se desgraciase y se presentara en el redondel honrando la divisa de la ganadería que ondeaba en su cuello.
Entró a la sazón Moreno Isla, y le recibieron con exclamaciones de alegría. Llamole la señora y le dijo: «¿Tiene usted cascote?».
Había vivido, y a la sazón ya no existía, como vive y muere todo sobre la tierra. Las bellas palabras habían desaparecido en el desierto vacío, infinito, y nadie las conocía, nadie las recordaba, en ningún corazón habían dejado huella alguna. Era inútil llorar, implorar, suplicar de rodillas, amenazar, enfurecerse; con ello nada lograría.
¡Válame Dios! -dijo a esta sazón el barbero burlado-; ¿que es posible que tanta gente honrada diga que ésta no es bacía, sino yelmo? Cosa parece ésta que puede poner en admiración a toda una Universidad, por discreta que sea. Basta: si es que esta bacía es yelmo, también debe de ser esta albarda jaez de caballo, como este señor ha dicho.
No habia á la sazon en Zaragoza mas que una compañia de artilleros, de la que una parte daba la guardia al General; pero como aquel concurso no la hostilizaba, no mostró la menor inquietud.
Pasome por la mente la idea de aguardarla en el patio, pero la deseché pronto, considerando que el portero, que a la sazón estaba barriendo me preguntaría adónde iba y yo no sabría responderle ni siquiera explicarle a quién seguía, puesto que ignoraba el nombre de la joven.
Al estremo septentrional de la Ajarquía, entre las puertas del Rincon y de Colodro, se eleva una gran torre de planta octógona, unida á la muralla por un arco de medio punto, bajo el cual se ve una lápida borrosa, en que se dice habia una inscripcion por donde constaba haberse hecho la obra desde el año 1406 al 1408, de órden del rey D. Enrique III. Acerca de esta torre circulan diversas tradiciones; pero la mas válida cuenta que se labró á costa de un caballero, que, habiendo asesinado á su esposa, obtuvo del monarca, necesitado á la sazon de hombres y dinero, la gracia de poder rescatar con ella la pena de muerte merecida por su crímen.
Palabra del Dia
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