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Actualizado: 27 de junio de 2025
Dexé á Roma muy satisfecho con la arquitectura de San Pedro. Viajé por Francia, donde reynaba á la sazon Luis el justo; y lo primero que me preguntáron fué si queria para mi almuerzo un trozo del mariscal de Ancre, que habia asado la gente, y le vendian muy barato á los que querian comprar su carne para regalarse.
Un forastero consumado en la retórica y reputado en Iraca como príncipe de la oratoria, Abú Alí Alkalí, huésped á la sazon del califa, se encarga de sustituir á Mohammed: dirige á los circustantes varias frases elocuentes; pero faltándole luego las palabras, enmudece, y se retira.
Volvió Lucía la cabeza, y fijose en las ventanas, cerradas a la sazón, al través de los cuales se veía a intervalos cruzar una figura de mujer provecta, la cabeza adornada con la tradicional coba guipuzcoana, sujeta con dos agujones dorados.
Confieso que se me figuró el muchacho esa fruta que suelen vender en Madrid, que arrancada verde aún del árbol, y madurada por el traqueteo y la prisa del viaje, tiene todo el exterior de la pasada madurez, sin haber tenido nunca la lozanía ni el sabor de la juventud y de la sazón. Los muchachos del ilustrado siglo XIX dije para mí, llegan a viejos sin haber sido nunca jóvenes.
A la sazón llegaba de Nueva York pasando por La Habana, con ánimo de dirigirse a París, cuyos habitantes, furiosos por no haber dado todavía su voto decisivo sobre tan gigantesca reputación, habían hecho un motín para desahogar su bilis.
Se hizo presentar por Riverita en algunas tertulias políticas donde nuestro joven tenía acceso, entre ellas la del general conde de Ríos, uno de los jefes a la sazón del partido liberal. Esta fue la que más le plugo y donde echó raíces.
En estremo se holgaron el duque y la duquesa de ver cuán bien iba respondiendo a su intención don Quijote, y a esta sazón dijo Sancho: -No querría yo que esta señora dueña pusiese algún tropiezo a la promesa de mi gobierno, porque yo he oído decir a un boticario toledano que hablaba como un silguero que donde interviniesen dueñas no podía suceder cosa buena. ¡Válame Dios, y qué mal estaba con ellas el tal boticario!
¡Oh, sí, señor!... es verdad... tiene usted mucha razón. A todo el mundo le gustan... Pero es un vicio muy caro... Sólo los grandes potentados como el señor Duque pueden permitirse... Don Rufo se confundía, creyendo haber dicho una necedad. ¿El señor Duque posee muchos cuadros de los mejores pintores, según tengo entendido? dijo a la sazón don Rosendo para salvar a su compañero.
Ya vendrá en su día y sazón quien escarde el haza o sembrado, y arranque lo que allí ha nacido de más, a fin de que el trigo crezca, medre y cunda sin ahogo. Esto, en las letras, lo hace la crítica.
-No, por cierto, Sancho amigo -dijo a esta sazón el duque-, que yo, en nombre del señor don Quijote, os mando el gobierno de una que tengo de nones, de no pequeña calidad. -Híncate de rodillas, Sancho -dijo don Quijote-, y besa los pies a Su Excelencia por la merced que te ha hecho.
Palabra del Dia
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