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A este tiempo habia sacado en procesion el Prior de San Agustin, acompañado de las comunidades de San Francisco y de la Merced, la devota efigie del Santo-Cristo de Burgos, llevándole en procesion por las calles, plazas y extramuros de la villa, pero solo le acompañaban las viejas: y sin hacer aprecio ni respetar tan sagrada imagen, se ocupaban los criollos, unidos con los indios, en saquear la casa del corregidor.

, señor caballero; España se pierde. Las Cortes claman y el Rey no las oye. Al pechero se le va quebrando el espinazo bajo el fardo de los tributos, las industrias están enfermas del gusano de la alcabala, las ciudades mohínas, los campos miserables. Agora toda la arte del privado está en saquear a los pueblos. Roerles hoy todo el esquilmo, hasta la sangre, aunque mañana perezcan.

23 Y llamándolos, les dijo en parábolas: ¿Cómo puede Satanás echar fuera a Satanás? 26 Y si Satanás se levantare contra mismo, y fuere dividido, no puede permanecer; antes tiene fin. 27 Nadie puede saquear las alhajas del hombre fuerte entrando en su casa, si antes no atare al hombre fuerte; y entonces saqueará su casa.

Sala desmantelada en una casa hidalga, a la entrada de Flavia-Longa. Llegan hasta allí, desde otra estancia, las voces de los criados, que rinden el planto a la señora, que acaba de morir. Los hijos han hecho campaña en la sala, y rifan al son que se reparten lo que afanaron al saquear la casa. Allí están Don Pedrito, Don Rosendo, Don Gonzalito, Don Mauro y Don Farruquiño.

Sigue D. Álvaro de Sande. Detuviéronse las galeras en saquear las naves casi todo lo que quedaba del día, y acordóse que el siguiente se fuese á hacer el agua de la Roqueta; y para asegurar á la gente que la había de hacer, el Duque sacó toda la infantería que iba en las galeras, y túvose la mayor parte del día una gruesa escaramuza con los moros de aquella parte, que son aficionados á turcos, y con más de 500 turcos á pie y á caballo que allí estaban con el Dragut, y á otro día sucedió por mala orden la desgracia á las ocho galeras que se habían quedado atrás.

Van-Stael se acercó al joven pescador chino y sacudiéndole vigorosamente le dijo apretando los dientes: ¡Canalla! ¿Qué habéis hecho durante nuestra ausencia? ¿No os bastaba con saquear la despensa de los víveres y la de mi camarote, sino que aun queríais que naufragara el buque? No, señor respondió el chino . Ninguno de nosotros ha cortado la cadena. Lo juro por Buddha y Confucio.

Aunque generoso, no solía prestar a los que se llaman amigos ni había tomado prestado de los usureros, y sabía contenerse cuando jugaba y perdía, y no se dejaba saquear de sus administradores, y llevaba en la memoria todas sus fincas, rentas y productos, y miraba por todo, y cuando daba era con su cuenta y razón, y sin cegarse nunca por vanidad o por afecto.

Por fortuna, la chalupa era alta de bordas, y los cocodrilos no podían entrar a saquear el interior; pero trataban de volcarla a coletazos, tan violentos, que habrían acabado por desguazarla.

Ahora, ya en el Océano, consideraban el piratear, el saquear o el robar como medios de enriquecerse más o menos decorosos. Entre los cuarenta tripulantes que íbamos en El Dragón, los había de todas clases: desde tipos cuya vida era una continua serie de maldades y de crímenes, como el doctor Ewaldus, hasta un pobre muchacho irlandés, Patricio Allen, que era un modelo de probidad y de nobleza.

Sería menester relatar también cómo los guerreros de Abu Hafáz, después de saquear algunos lugares de la isla, quisieron abandonarla para no tener que luchar con el ejército del emperador de Grecia; y como Abu Hafáz, precediendo en esto a los catalanes en Galípoli y a Hernán Cortés en México, hizo incendiar las veinte naves, para que no quedase otro recurso que vencer o morir a la gente de armas que llevaba consigo.