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Siempre que me encuentran en los alrededores del café, me saludan del mismo modo: «Vamos a tomar una copa». Y dos noches seguidas les oigo hablar de «curarse» antes de ir a dormir: ellos tan sanotes, que parecen desafiar a las enfermedades. Me gustaría saber qué demonio de cura es ésa.

Observa cómo saludan, cómo manejan el abanico, cómo dan el brazo, cómo se sientan a la mesa y ponen el abrigo. Hasta de la manera de dar limosna a un pobre tienes que hacer particular estudio. Date un buen curso de todas estas cosas para salir consumada maestra.

Tienen la cabeza ancha, las antenas breves, los ojos saltones, las alas diáfanas. Son graves, sacerdotales, dogmáticas, hieráticas. Se reposan un momento; saludan un poco desdeñosas a los árades agazapados en las grietas; miran indiferentes a las hormigas diminutas que suben rápidas en procesión interminable.

Los parias del arte, siempre en espera de contrata, saludan con veneración y hablan del castillo del lago de Como comprado por el gran tenor, de las deslumbrantes joyas de la eminente tiple, del modo gracioso con que se coloca el sombrero el aplaudido barítono, y en sus palabras de admiración hay un sabor de amargura contra el destino, un estremecimiento de envidia, la convicción de ser tan dignos como ellos de tales esplendores, la protesta contra la mala suerte a la que atribuyen su desgracia.

Los que más lo respetaban, por bravo, por justo, por astuto, por elocuente, no lo querían decir, o lo decían donde no los oyeran: porque los hombres suelen admirar al virtuoso mientras no los avergüenza con su virtud o les estorba las ganancias; pero en cuanto se les pone en su camino, bajan los ojos al verlo pasar, o dicen maldades de él, o dejan que otros las digan, o lo saludan a medio sombrero, y le van clavando la puñalada en la sombra.

Dejamos de hablar, volvemos los ojos á la escena, el brigadier se levanta maquinalmente y vuelve á sentarse, como si quisiera tomar una posicion más segura, en señal de que aguardaba algun portento; los artistas se ponen de pié, saludan como antes; se abre la puerta del fondo, los galanes se sitúan cortesmente á los lados de la puerta; pasan las damas; los galanes las siguen, y la escena se queda sin nadie.

Estas mesas, con más algunos grandes pedazos de asados, y otras cosas, las traen a la plaza, cerca de la puerta del colegio, a las doce del día, a que el cura les eche la bendición, a cuya ceremonia gustan los indios que asistan todos los españoles que hay en el pueblo, particularmente si está el gobernador o teniente gobernador; y luego que el cura les bendice la comida, saludan con toque de cajas y clarines, y baten las banderas y la música, entonan una letra, que tienen dispuesta en su idioma, para dar gracias a Dios que les da de comer, y hecho esto se retiran con las mesas a sus casas, y se ponen a comer en los corredores, lo que ejecutan estos días con toda ceremonia.

Y en la almohada, durmiendo en su brazo, y con la boca desteñida de los besos, está su muñeca negra. Los pájaros del jardín la despertaron por la mañanita. Parece que se saludan los pájaros, y la convidan a volar. Un pájaro llama, y otro pájaro responde.

Los pájaros acuden a bandadas, guiados por infalible instinto. Turban las grullas el silencio de la noche con sus agudos gritos, cuando vienen avanzando en falange simétrica y bien ordenada. Las golondrinas y mil aves cantoras, al volver de su larga emigración, saludan con blando pío, o con chirrido alegre, o con trinos variados, sus antiguas conocidas viviendas.

22 Y asimismo prepárame también alojamiento; porque espero que por vuestras oraciones os tengo de ser concedido. 23 Te saludan Epafras, mi compañero en la prisión por el Cristo Jesús. 24 Marcos, Aristarco, Demas, y Lucas, mis ayudadores. 1 Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas,