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Actualizado: 2 de julio de 2025
El cocotero y la palmera daban al paisaje un tono de exotismo para la mirada de los europeos. Acostumbrados al pino parasol de las bahías mediterráneas y a los abetos de los puertos del Norte, saludaban con entusiasmo esta vegetación exuberante, que evocaba en su memoria antiguas lecturas de viajes, hazañas de aventureros, chozas de bambú, saltos de fieras, bailes de negros.
¡Princesa rusa! decía Alicia con desprecio . ¡Pero si en Rusia todo el mundo es príncipe!... Vale mas un simple barón inglés, un conde de Francia ó de España. Miguel no se mostró mas acomodaticio al sermonearle el coronel. No quiero saber nada de esa p... La princesa, en uno de sus saltos de humor, encontró muy justa la apreciación.
Que vayan a buchcarle; pero no, que voy a buchcarle yo michmo. Corrió a pie hasta la casa de su protegido, subió a saltos hasta el quinto piso, llamó sin lograr despertarle, y, enfurecido y colérico, no encontrando otro expediente, forzó a empujones la puerta de la habitación. ¡Cheñor L'Ambert! exclamó Romagné. ¡Tunante de auvernech! respondiole el notario. ¡Cheñor mío! ¡Chinvergüencha!
Conozco el tortuoso río y el punto exacto donde, a través de los siglos, el agua ha conseguido abrirse paso sobre un lecho rocalloso y profundo lleno de peñascos gigantescos, saltos torrentosos y hondas lagunas.
Los guardianes del convoy, tres barcos pequeños que marchaban á toda máquina, eran los mastines vigilantes de este ganado marino, precediéndole para explorar el horizonte, quedándose detrás de él ó marchando á sus costados para mantener intacta la formación. Su ligereza y su velocidad les hacía dar saltos prodigiosos sobre las olas.
Sus saltos fueron acogidos con un murmullo de aplauso. Todos le admiraban, con esa cobardía colectiva de la multitud temerosa.
Desde la mesa en que Rocchio se había refugiado, distinguíase el fúnebre pizarrón; las cifras aparecían tan claras, tan netas, tan blancas, que producían el vértigo: el oro, como habilísimo acróbata, daba saltos mortales: 325, 330, 336, 340... ¡dos puntos, cinco puntos, diez puntos de golpe! y ahí quedaba con un pie en el trapecio y en el aire el otro, pronto a dar nuevo salto, delante del público aterrado, que seguía sus movimientos con espantosa ansiedad.
Daba vueltas y saltos a un lado y a otro, y de rato en rato, poniendo un dedo encima de otro, hacía con ellos mil cosas saltando. Al fin me determiné, y llegando cerca, sintióme, cerró el libro, y al poner el pie en el estribo, resbalósele y cayó. Levantéle, y díjome: -No tomé bien el medio de proporción para hacer la circunferencia al subir.
Por el frente de la Galería gozaba á todas horas de un hermoso espectáculo. Los organizadores de su existencia habían echado abajo la vidriera que servía de fachada, convirtiéndola en una puerta siempre abierta. Gillespie admiró en las horas de sol la blanca arquitectura de la capital, á la que podía llegar con sólo varios saltos, y durante la noche sus espléndidas iluminaciones.
Recogí mi bagaje precipitadamente, y á grandes saltos, conseguí ganar la orilla del torrente. Cuando volví la vista, el furioso elemento cubría ya el punto donde estaba acostado momentos antes.
Palabra del Dia
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