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Actualizado: 13 de junio de 2025
Iba a contestarle su padre, pero ella con un ademán le suplicó que callase; cree la infeliz que a mí se me oculta su estado y no quiere darme a conocer sus presentimientos y sus temores. Al poco rato me ha rogado que saliese del saloncito y que volviese a tocar aquel vals de Weber a que tanta afición muestra.
Y con su recuerdo histórico muy empuñado fue a ofrecer el brazo a la embajadora de Alemania, para pasar al saloncito azul, donde se acostumbraba a servir el café en aquellos días de gala... Allí acabaron los triunfos: el salón estaba vacío, y por sus puertas abiertas veíase a la izquierda el otro salón amarillo, y a la derecha, el gran salón de baile, que sólo se abría e iluminaba los viernes, ambos desiertos.
Las Amézagas vinieron a despedirse de ella y a darle el último mal rato de la temporada; a seguir a Lucía su inclinación, las recibiría en el saloncito bajo, disculpando a Pilar; pero ésta se empeñó en que subiesen a su aposento, y preciso fue ceder.
Osorio la esperaba, en efecto, en el saloncito de arriba contiguo a su boudoir. Estaba sentado negligentemente en una butaca; pero al ver a su esposa se levantó, dejando caer previamente en la escupidera la punta del cigarro que fumaba. Clementina observó que estaba algo más pálido que de costumbre.
Y Fernando dió una larga chupada a su cigarro, lanzó el humo leve al techo artesonado del saloncito y se quedó mudo y sonriente, como en la grata contemplación de una gaya imagen.
Ocupaban aquel grande y conocido palco de escena que la administración del establecimiento se reserva, cediéndolo de cuando en cuando a los amigos de la casa, y ese palco es tanto más buscado cuanto que de él depende un saloncito colocado enfrente del otro lado del corredor.
Juan llegaba al pórtico, cuando oyó que lo llamaban. ¡Señor Juan! ¡señor Juan! Detúvose y se volvió; ella estaba a su lado. ¿Os vais... sin decirme adiós? Dispensad, señorita, estoy muy fatigado. Entonces, no os vayáis así, a pie. Va a llover. Y extendió la mano hacia fuera. ¡Mirad! ya llueve. ¡Oh! apenas. Venid a tomar una taza de té conmigo sola en el saloncito, y os haré llevar en carruaje.
Con igual firmeza los de Aldama rechazaron este deseo e impusieron sus condiciones. Dos disparos simultáneos a treinta pasos: inmediatamente otros dos a veinte avanzando cinco cada uno. Cuando salían del saloncito después de haberlas convenido llegaba Narciso Luna, aquel joven-viejo o viejo-joven amante de la condesa de Peñarrubia.
Sentado en una silla, en medio del arco que separaba el saloncito de la alcoba, se entregó en manos de Garabato, el cual había abierto un saco de cuero de Rusia, sacando de él un neceser casi femenil para el aseo del maestro.
Adentro aguardaban al cura el alcalde con algunos ancianos y algunas mujeres de edad. El cura se quitó el sombrero delante del alcalde, dando así un ejemplo del constante respeto que debe tenerse a la autoridad, emanada del pueblo; saludó cariñosamente a las viejas vecinas, y entró conmigo y los hombres a su saloncito, que no era más grande que un cuarto común.
Palabra del Dia
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