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Actualizado: 15 de junio de 2025
¡Si eso replicó Leto con mucha vehemencia , no fue hacer Nieves, sino deshacer; enmendar en parte una brutalidad mía anterior. ¡Si lo saliente del caso ese no está en haberme arrojado yo al mar detrás de usted, sino en haber consentido en llevarla a escondidas en mi barco, y sido causa luego de que usted cayera! ¿Qué importaba ya mi vida, ni cien vidas que hubiera tenido disponibles, después de poner en peligro la de usted?
La nariz era aguda y aguileña, la nariz de todos los Febrer, valientes pájaros de presa de las soledades del mar; la boca desdeñosa y sumida; el mentón saliente y recubierto por la suave vegetación, rala y fina, de la barba y el bigote. «¡Ah, deliciosa miss Mary!» Cerca de un año había durado la alegre peregrinación por Europa.
Por obscura que fuese la noche, el enemigo podía escoger un punto de mira, una mancha del follaje, una estrella del horizonte, algo saliente en la obscuridad que se destacase junto a la escalera. Y al pasar el bulto negro del que bajaba, ocultando por un momento el objeto apuntado... ¡fuego y pieza segura!
Cada sesión del ayuntamiento era un escándalo. Los de Maza habían hecho procesar a la corporación saliente, por dilapidación de fondos: tenían al juez de primera instancia por suyo. Los de Belinchón contaban con que en la Audiencia les harían justicia. Mas por aquello que dicen que dijo Dios: ayúdate y ayudaréte, se ponían en juego poderosas influencias para conseguirlo.
Avanzamos lentamente arrastrándonos bajo las ramas; luego, tendidos sobre el vientre, apoyando la cabeza en nuestras manos, dirigimos nuestra mirada hacia el vacío. Las paredes del pozo circular, ennegrecidas á trozos por la humedad que destila la roca, descienden verticalmente; apenas si algún pequeño saliente se insinúa fuera del plano de los muros de piedra.
Es indudable, sin embargo, que, después del General en Jefe, la figura más saliente de la campaña de Oriente ha sido la del Brigadier Pablo Mendieta.
Al ponerse en marcha la caravana, cuando se mueve el postrer trineo, ya despareció el primero detrás de un saliente del abismo. Se le ve, y desaparece de nuevo; se le columbra otra vez, y vuelve á desaparecer.
En el hogar, saliente y no empotrado en la pared, alegraban la vista con sus llamas y daban grato calor la pasta de orujo, los secos sarmientos y la leña de encina y de olivo. Abundaban allí los muebles cómodos, y nunca faltaba, por lo menos, una mesa de tresillo. De diario eran tertulianos constantes el padre Anselmo y don Andrés.
Para Gabriel, no era esto un descubrimiento. Desde pequeño conocía aquella imagen de mujer hermosa y sensual, con sonrisa mundana, el cuerpo inclinado, la cadera saliente, y en los ojos una expresión de alegría retozona, como si fuese a bailar. El niño, en sus brazos, también reía, y echaba mano al rebocillo de la hermosa como si quisiera descubrirla el pecho.
Al verse sobre un saliente de la costa, libre ya de la absorción de las olas, se extinguió de golpe su energía. El agua que goteaba su cuerpo era roja, cada vez más roja, esparciéndose en regueros por las verdes anfractuosidades de la piedra. Sintió un dolor inmenso, como si todo su organismo hubiese perdido el amparo de su envoltura, quedando expuesta al aire la carne viva.
Palabra del Dia
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