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Actualizado: 7 de junio de 2025


Además, su buena alma plácida, tranquila, amiga del reposo, de la rutina, de sus ovejas y del cuerpo que la poseía, no había soñado nunca con el martirio, y le veía palidecer, tanto cuanto sus rosadas mejillas le permitían, cuando leía el relato de los suplicios aplicados a los primeros cristianos.

Era buena cristiana, iba á misa todos los días y rezaba el rosario con los criados todas las noches; pero en todo ello había algo de maquinal, de fórmula, costumbre ó rutina, sin que Doña Antonia se metiese en honduras religiosas.

Una monja, una fundadora de conventos; ¿cuántas monjas había habido que no habían pasado de ser mujeres vulgares? La vida de una monja puede caer en la rutina también, ser poco meritoria a los ojos de Dios, y nada útil para satisfacer las ansias de un alma ardiente. Y, sin embargo, a la Santa Doctora; ¿qué mundos tan grandes, qué Universo de soles no la había dado aquella vida del claustro?

La ocasión de vivir, de gozar, de ver cara a cara el ideal, de tocar el cielo, se le ha presentado varias veces; pero Miquis, este memo de los memos, en vez de poner la mano en toda ocasión hermosa, se iba a descuartizar cadáveres... ¡Y este Miquis se casa el lunes, es decir, que el lunes cierra la puerta a la juventud y entra en la madurez de la vida, en el régimen, en la rutina y método!

Tan atestados tenía los oídos de lisonjas, tan repetido llegó a ser el tema amoroso con que la asediaron galanes de todas las imaginables cataduras, que ya consideraba el caso como una rutina obligada en los usos de la buena sociedad; le sonaban aquellos arrullos como un ruido más de los ruidos del mundo, y pasaban con éstos sobre ella como el aire sobre las rocas.

Como el caminante en el desierto sigue las huellas de otro, el marino en alta mar sigue la derrota de los antiguos nautas. Así, los que se dirigían al Cabo de Buena Esperanza, al llegar a las islas de Cabo Verde marchaban al Brasil, obedientes a la rutina y al viento, y atravesaban el Atlántico de nuevo.

La pobre se asustó, parece que le correspondía en la intimidad de su corazón, aunque sabía ocultarlo y dominarse y había puesto una lápida sobre sus sentimientos culpables. ¡Ah! ¡Estas lápidas de olvido! ¡Cuántas mujeres porteñas han atravesado la vida melancólica hasta una noble ancianidad, plegadas por la virtud a la rutina cotidiana, distraídas por el cariño a los hijos, mientras un amor del pasado se ha ido muriendo como una claridad pálida en sus almas!

Donde Felipe II y Torquemada han dejado las mas profundas huellas de su paso, el terreno ha quedado estéril ó no ha producido sino espinos y malezas ásperas. Donde los conventos y el clero han dominado con mas fuerza, la mendicidad se ha hecho endémica, la ociosidad genial, las supersticiones groseras, profundo el amor al aislamiento, á la rutina, la incuria y el desaseo.

En estos tratamientos, con la perseverancia y la eleccion de medicamentos bien indicados, se obtienen resultados mejores y aun superiores á las medicaciones mas acreditadas por la rutina. =F.= Afecciones del sistema linfático.

Desnoyers marchaba unido á su mujer por una rutina afectuosa. Doña Luisa, en su limitada imaginación, evocaba el recuerdo de las yuntas de la estancia, que se negaban á avanzar cuando un animal extraño sustituía al compañero ausente. El marido se encolerizaba con facilidad, haciéndola responsable de todas las contrariedades con que le afligían sus hijos, pero no podía ir sin ella á parte alguna.

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