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Actualizado: 17 de junio de 2025
El Teniente Arsenio Ortiz, oficial valiente, pundonoroso y muy conocedor de las sierras orientales, operaba con una fuerza mixta de la Rural y guerrillas; y habiendo sabido por un presentado que la partida de Heredia se encontraba en un lugar denominado Sitges, levantó su campamento, establecido en la finca "La Cristina", y emprendió marcha con dirección al sitio expresado.
Pero como las noticias eran cada vez más alarmantes, esto produjo en todos los montunos el efecto más desastroso, y comenzaron á llegar á las poblaciones carretas cargadas de muebles, gallinas y frutos, y á los destacamentos de la Guardia Rural venían los hombres con sus caballos á ofrecerlos al Gobierno, antes que las hordas de alzados se apoderasen de ellos.
Al honrado malacara, sin embargo, se le ocurrió de pronto que las vacas, atrevidas y astutas, impenitentes invasoras de chacras y del Código Rural, tampoco pasaban la tranquera. Esta tranquera es mala, objetó la vieja madre. ¡El sí! Corre los palos con los cuernos. ¿Quién? preguntó el alazán. Todas las vacas volvieron a él la cabeza con sorpresa. ¡El toro, Barigüí!
Y á un mismo tiempo legislaba sobre la limpieza de las calles de la ciudad, sobre el amor libre, sobre la hora de empezar el espectáculo en los cinematógrafos y sobre un nuevo reparto de la propiedad rural. Los decretos siempre terminaban condenando á ser pasados por las armas á todos los que desobedeciesen las órdenes de su autor.
Mi determinación es irrevocable, y me voy ahí, para no salir de ahí, salvo cuando vaya como de paseo á caballo, á visitar á mi hermano y á su familia, en la ciudad cercana, la cual, á pesar de su pomposo título de ciudad, tiene también mucho de pueblo pequeño y rural, con perdón y en paz sea dicho. Adiós, beatísimo padre.
Resolvió entonces el bravo teniente proseguir la jornada sin más acompañamiento que quince números del escuadrón "M" del Tercer Regimiento de Caballería de la Guardia Rural, y con ellos llegó á Sitges, poco después de haberse retirado de dicho lugar las partidas rebeldes.
Es de advertir que el lugar de donde partían las detonaciones, conocido con el nombre de "El Platanillo," servía de campamento á una partida rebelde, á la que, durante la tarde, había salido á batir el capitán Cossío, quien al salir de La Maya, dejó encomendada la defensa del poblado, al cabo Angulo, de la Guardia Rural, con seis números.
Ya nos ofrece una rústica pasión con inimitable frescura y agrado; ya la sencillez y franqueza de los campos; ya, por último, nos deleita por los contrastes que traza entre la vida rural y sin afectación con la de ciudades y cortes.
Los castellanos y leoneses miraban con los brazos cruzados los esfuerzos de los compañeros establecidos en el país, pensando con el duro egoísmo de la gente rural, que en nada les importaba cambiar la suerte del trabajador, ya que ellos al fin habían de volver á sus tierras.
Tienen sus tierras lejos; hoy Infantes carece de población rural; entonces tampoco la tenía. Las clases directoras poseían sus haciendas en término de la Alhambra. Contaba entonces la Alhambra con una población densa de caseríos y granjas. Todavía en el siglo XVIII, según el censo de 1785, ordenado por Floridablanca, eran veinticuatro las granjas situadas dentro de los aledaños de la Alhambra.
Palabra del Dia
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