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Actualizado: 24 de junio de 2025
Pero, al ver a Martín allí sentado, con el rostro abrasado, en medio de un grupo de bebedores alegres, se precipita en la sombra como si temiera encontrarse con él. De la casa vecina salen cantos ruidosos; vacila un momento, y al fin entra, porque la lengua se le pega al paladar. Lo acogen con gritos de alegría.
A la puerta de un café, el Nacional contemplaba con toda su familia el paso de la cofradía. «¡Superstisión y atraso!...» Pero él seguía la costumbre, viniendo todos los años a presenciar la invasión de la calle de las Sierpes por los ruidosos «macarenos». Inmediatamente reconoció a Gallardo, por su esbelta estatura y el garbo torero con que llevaba la vestimenta inquisitorial.
La Falcón acababa de caer desmayada, después de haber saltado Nourrit por la ventana; el cuarto acto de Los Hugonotes concluía en medio de ruidosos aplausos, y el notario prosiguió su relato en esta forma: Arturo permaneció seis meses en Burdeos haciendo pesquisas, preguntando a todo el mundo por la señora Bonnivet, de la que nadie supo darle noticia alguna.
El legislador no ha de discutir, sino mandar. Ni es propio de él establecer las leyes con disputas, sino en virtud de su autoridad. Sus graves asuntos no piden aplausos ruidosos como en el teatro, sino disposiciones encaminadas al bien del pueblo. Masdeu, XIII, 277. Aschbach, Geschichte der Ommaijaden, s. 272. Masdeu, XIII, 198.
La palidez de su rostro tomaba un tinte lívido; la respiración era penosa, breve, irregular, agitada por ruidosos suspiros. De pronto, interrumpiose aquélla con una contracción violenta de los músculos del pecho, y la enferma quedó inmóvil, como si fuese a perecer por asfixia. Maltrana agitábase en torno de la cama, aturdido, sin saber qué hacer, aterrado por su soledad y su inexperiencia.
Todos estos pensamientos atravesaron rápidamente el espíritu de la señorita Nancy en su orden habitual, entre el momento en que se advirtió al señor Godfrey Cass de pie en la puerta, y aquel en que llegó junto a él. Felizmente, el squire también salió a recibirles y dirigió ruidosos saludos al padre de Nancy.
La Naturaleza parecía suspender su curso para escuchar la eterna armonía de los cielos. Las olas se acariciaban blandamente sin osar interrumpir con ruidosos juegos la augusta serenidad de la noche. Gonzalo, a pesar de la viva inquietud en que la conversación con su tío le dejara, sintió la fascinación de aquel mar, de aquel cielo, de aquella luna, y su agitación se fué transformando en tristeza.
En la desembocadura del Vardar se levantaban los volátiles de agua dulce con ruidosos gritos, ó permanecían orlando las orillas, inmóviles sobre sus largas patas. Frente á la proa fué surgiendo una ciudad entre las ondas albuminosas de la bruma. En un pedazo de cielo limpio y azul se destacaron varios minaretes, brillando sus remates con los fuegos de la aurora.
Cuarenta argollas está labrando el lascivo Murat para conduciros al Norte como a los animales más inmundos... ¡Soldados, gemid de rabia y furor!... Doce millones de hombres os están mirando y envidiando vuestra gloria, y aun la Francia misma ansia por vuestros triunfos.» Ruidosos aplausos y gritos acogieron esta proclama, fielmente recitada con dramáticos gestos por el muchacho.
Aquellas gentes, acostumbradas por tradición al respeto de los placeres ruidosos de los ricos, disculpábanlos como si fuesen un deber de la juventud. El señor Fermín estaba enterado de la gran mudanza que se realizaba en don Luis, de sus alardes de hombre serio, y veía con gusto que viniese a la viña huyendo de las tentaciones de la ciudad.
Palabra del Dia
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