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Actualizado: 12 de mayo de 2025


Porque según la observación que puede hacerse viajando por los pueblos de lo interior de España, allí se comen más dulces donde el culto y las prácticas de la religión absorben más parte de la vida, y la mayor energía del sentimiento religioso se traduce en novenas, rosarios cantados, cofradías y canónigos.

Al lado de un fanal cuyos cristales enseñan el Cristo de Antípolo vestido de general, lucen sus contornos dos figuras de barro de China, sobre las cuales se apoyan bombones de caña, llenos de tabacos, bandejitas de cristal con fósforos y buyos; y si las figuras conservan las manos, un pico en el sombrero, ó cualquier punto saliente, se ven colgados rosarios, candelas, parches milagrosos y relicarios.

Los pasajeros conocedores de la ciudad iban señalando en las montañas más abruptas unos rosarios de hormigas que rampaban entre la obscura vegetación: tranvías funiculares, de una pendiente casi vertical; vagones colgantes que escalaban las cumbres de bizarras formas, puntiagudas como agujas, corcovadas cual una joroba gigantesca, enhiestas y finas lo mismo que un minarete o un hierro de lanza.

Como anuncio de los rosarios de madrugada era la salida de los hermanos campanilleros, que recorrían en las primeras horas de la noche las calles embozados en capas, deteniéndose en determinado punto, y entonando coplas de carácter religioso, á las cuales acompañaban con el repiqueteo de unas campanillas de mano que llevaban al efecto.

Venían hacia él por los bordes del camino los veloces rosarios de muchachas, cesta al brazo y falda revoloteante, de regreso de las fábricas de la ciudad. Azuleaba la huerta bajo el crepúsculo.

Bolos, bolillos, bizcochos, 1775 Turrón, castañas, muñecas, Bocados de mermelada, Letuarios y conservas; Mil figurillas de azúcar, Flores, rosarios, rosetas, 1780 Rosquillas y mazapanes, Aguardiente, y de canela; Calendarios, relaciones, Pronósticos, obras nuevas, Y á Don Alvaro de Luna, 1785 Mantenedor destas fiestas. Mas quedo; que están aquí.

El Delfín no tenía paciencia para soportar las molestias de un simple catarro, y se desesperaba cuando le venía uno de esos rosarios de estornudos que no se acaban nunca. Empeñábase en despejar su cabeza de la pesada fluxión sonándose con estrépito y cólera. «Ten paciencia, hijo le decía su madre . Si fuera una enfermedad grave, ¿qué harías?». Pues pegarme un tiro, mamá. Yo no puedo aguantar esto.

Su gracia y su hermosura, realzadas por la gravedad de los semblantes; la coquetería de sus movimientos al volver las hojas de los libros llenos de cifras y blasones; el modo de liarse a la muñeca los rosarios que parecían joyas; el inclinar la cabeza sobre el pecho anheloso, mirándose de reojo los pliegues de la falda; alguna tosecilla rebelde, rastro de los escotes del invierno, y alguna sonrisa cautelosa dirigida hacia las laterales de la nave, todo delataba una devoción superficial, elegante, frívola y mezquina; piedad exenta de grandeza, manchada de reminiscencias mundanales.

Don Alonso llamó a su hija para que hiciese la reverencia a su pariente el señor Márquez de las Navas. Dos días después, Ramiro recibió de una vendedora de rosarios un favor de raso verde. Beatriz se lo enviaba. El no se atrevió a ponerlo en su gorra, como lo hacían otros galanes amartelados; pero decidió llevarlo consigo entre el jubón y la ropilla.

Van enredados en unos rosarios, cuyas cuentas son de múltiples colores, y se pasan la vida consultando si las balas del ejército les harán daño, para lo cual suspenden en el aire una punta del rosario, y si el viento empuja éste á la derecha, las balas los respetarán; mas si es al contrario, castigan sus cuerpos para ganar indulgencia, pues los proyectiles pueden alcanzarles.

Palabra del Dia

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