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Actualizado: 19 de octubre de 2025


Luego que vieron los rosales y que el conde le hizo elegir algunos para mandárselos al día siguiente, tornaron por senderos distintos hacia la puerta de entrada. ¿Usted está seguro de que yo he venido únicamente a ver estos rosales? dijo Amalia parándose súbito y mirándole con fijeza.

Nuestros pintores, áun despues de muertos Rosales y Fortuny, hacen el primer papel en los talleres de Roma, en los mercados de París y Lóndres; y si consiguen sobreponerse á las exigencias de una moda estúpida, que tiende á empequeñecer el tamaño y el asunto de sus concepciones, los nombres de Velazquez y Murillo no serán los únicos que pronuncie la posteridad con cariñoso respeto.

»Ignoro cuánto tiempo estuve en el cementerio, quizás no habría salido de aquel sagrado recinto si el postillón, desde lo alto de la tapia, no me hubiera avisado que ya era hora de que volviese a mi coche. »Entonces rompí una rama de los rosales que adornan el sepulcro, y me alejé de allí, cubriendo de besos aquellas flores en cuyo aroma creía yo respirar el puro aliento de mi pobre Magdalena

Ofrecía el hermoso caserón un aspecto lamentable; en la huerta abandonada, las lilas mostraban sus ramas rotas, y una de las más grandes de un magnífico tilo, desgajada, llegaba hasta el suelo. Los rosales trepadores, antes tan lozanos, se veían marchitos. Subió Martín por su calle a ver la casa en donde nació.

En cambio, pobres e insignificantes son las flores del laurel, el roble, la palma, la encina, de todas las plantas más grandes, fuertes y noblesPenetrada pues de la perspicacia del enano, clavóle Cristela sus ojos azules con sorpresa y hasta con benevolencia. Sus ojos azules parecían preguntar cómo pudiera curarse su mala costumbre de arrancar las rosas de los rosales...

Lucía empezaba por coser, al sentarse; pero al cuarto de hora la almohadilla se caía de su regazo, escapabásele el dedal del dedo, y vagarosa la pupila, permanecía con los ojos fijos en los macizos de rosales, hasta que al fin sus párpados se cerraban, y recostando la frente en las ramas que tapizaban el balcón, abandonábase a la delicia de aquella atmósfera embalsamada, sin oír, sin ver, respirando no más.

Aquí, las muchachas de velo blanco y de picante sesgo y talla, brindaban con ramilletes de celindas, de mosquetas de olor y de diamelas rojas; otras, allí, casando el blanco azahar con los capullos de los rosales de Alejandría y los chiringos de cándidos racimos con las azucenas y bermejos lirios, ofrecían símbolos y emblemas elocuentes de amor para las hermosas y enamorados.

La vegetación era la misma da los paisajes griegos: laureles, cipreses y rosales, como en los idilios de los poetas helénicos.

Algunos alerces y gran abundancia de mimbrones daban sombra a aquel lugar y lo hermoseaban frondosas adelfas, cubiertas de sus flores rojas, y no pocos espinos, escaramujos y rosales silvestres, llenos de blancas y encarnadas mosquetas.

Cuenta la historia que así como Híala y Encirnún salieron de aquellas intrincadas calles de rosales y verduras encontraron en un prado sobre una flor la mariposa más extremada en hermosura, así por sus colores como por la brillantez de sus penachos.

Palabra del Dia

mármor

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