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Actualizado: 4 de noviembre de 2025


Entonces, Ramiro, cubriéndose con su rodela, y ebrio de sanguinario furor, comenzó a repartir estocadas en el tumulto, sintiendo, a cada golpe, el crujido de las ropas y la blandura de los cuerpos que recibían la punta como pellejos de vino. Nadie gritaba. Era una escena muda. Los que caían se quejaban apenas con el aliento.

Apartolo de su imaginación con un rápido y apasionado gesto y enjugó una lágrima que rodaba por sus mejillas. Después quiso la casualidad que, removiendo sus ropas, diese con una zapatilla de la niña, con una de las cintas estropeada.

Ropas por todas partes; montones de muebles rústicos que contrastaban con otros alineados junto a las paredes. Eran los objetos del piso bajo, el menaje de los hortelanos, subido al comenzar la inundación.

Siéntense ustés dijo Gallardo señalando un sofá en el fondo de la habitación . Ahí no estorban. Hablen y no se ocupen de . Voy a vestirme. ¡Me paece que entre hombres!... Y se despojó de su traje, quedando en ropas interiores.

Finalmente, por otra escritura, obligáronse Diego Paez sastre con Alonso de Casalla y Alonso Hernández zapateros, á sacar el auto de la Conversión de la Magdalena en el Corpus del mismo año de 1551 «con vn castillo» que era del gremio, con cinco ó seis hombres y los que fueren menester «para el dho. paso e obra» dándole vestidos de las mejores ropas.

Hasta veo tres coristas que se han vestido de negro con ropas prestadas por las amigas. Son polacas... Y más allá, mire usted a doña Zobeida envuelta en su manto americano, y a nuestra amiga Conchita con mantilla española... En el centro está Nélida, una Nélida que parece otra, humildita al lado de su madre, con la cabeza baja, sin nada llamativo, húmedos los hermosos ojazos. ¡Pobrecilla!

Tirso: ¿quieres vivir con nosotros como hermano, sin acordarte para nada de que eres clérigo? No. Entonces, vete y feliz, si puedes. No exijo, aunque lo mereces, que salgas ahora mismo de casa. Mañana podrás ver a papá por última vez, aunque no creo que te importe gran cosa; pero nada le digas. Luego, te marchas cuando quieras y envías por tus ropas.

Así que la niña descalabrada en la alameda notó la presencia del perro entre sus implacables ofensoras, por los ladridos del uno y por los gritos de las otras, contuvo su llanto, y con íntima complacencia, se volvió para presenciar los destrozos que el enfurecido animal parecía estar haciendo en las ropas y pellejo de aquellas mal aconsejadas criaturas.

¿Y las de usted? le dijo a él Nieves viendo cómo le chorreaba el agua por las perneras abajo , ¿ son ropas mojadas? Las mías respondió Leto, no hacen daño donde están ahora: somos antiguos y buenos amigos el agua salada y yo... Además, ya están casi secas y acabarán de secarse al aire libre, adonde voy a ponerlas enseguida con el permiso de usted.

El viejo Salomón con sus ropas raídas y sus cabellos blancos parecía arrastrar a aquella honesta compañía con los mágicos acentos de su violín; arrastraba a las matronas prudentes, que llevaban tocados en forma de turbantes; a la propia señora Crackenthorp, que tenía la cabeza adornada con una pluma perpendicular cuya punta llegaba al hombro del squire; arrastraba a las bellas jóvenes que pensaban con satisfacción en sus talles cortos y en sus ropas sin pliegues adelante; arrastraba a sus padres corpulentos que vestían chalecos abigarrados y a los hijos rubicundos, en su mayor parte avergonzados y cohibidos, con pantalón corto y frac de largos faldones.

Palabra del Dia

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