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Actualizado: 19 de junio de 2025


Si en el plazo de veinticuatro horas no consigue usted ver al Rey continué posando mi mano sobre su rodilla, eso significará que el Rey habrá muerto y que usted deberá proclamar al heredero de la corona. ¿Sabe usted quién es? La princesa Flavia.

Iban delante cuatro hombres explorando el camino y separando la nieve, y otros cuatro conducían el féretro. Yo seguía solo a mi madre, por las huellas que mis conductores dejaban sobre la nieve que en algunos puntos nos llegaba hasta la rodilla. Sólo el silbido producido por el viento norte se dejaba oír en aquellas soledades.

¿En qué piensas? le preguntó, golpeándole afablemente con la palma de la mano en la rodilla. ¡Psh!... ¡En tantas cosas!... ¿En muchas?... En muchas... ¿Alegres? Si fuera como ... ¡Qué modelito! ¿eh? pues imitarlo: ¡no vayas a creer que con las personas ocurre lo que con los sombreros de señora!... ¡no!

Dando con su abanico un golpecito en la rodilla de Refugio, pronunció estas palabras, a las cuales hubo de dar, no sin esfuerzo, un tonillo ligeramente cariñoso: «Vaya, mujer; préstame ese dinero». ¿Qué? preguntó Refugio sorprendida. ¡Ah!, el dinero. Crea usted que no me acordaba ya de semejante cosa... ¿Pero qué, tanta falta le hace? ¿Es tan fuerte el sofoco?

Aquellos tres hombrachos armados de carabinas cortas de Inspruck, con polainas altas de color azul y botones de cuero que les subían por encima de la rodilla, las espaldas cubiertas con una especie de casaca de piel de cabra y el sombrero muy echado atrás no se habían dignado siquiera acercarse al fuego.

Por el siglo de mi abuela, que pasan de milenta. REPOLLA. Yo soy la desdichada, porque se me entran sin reparo ninguno; un ratón morenico me tiene asida de una rodilla. ¡Socorro venga del cielo, pues en la tierra me falta!

Al pasar frente á la iglesia se abrieron las puertas de ésta para dar salida á numeroso grupo de fieles. Roger dobló la rodilla y se descubrió, pero antes de que terminara su corta oración ya habían desaparecido sus dos compañeros en el recodo que más allá de la iglesia formaba la calle del pueblo y Roger tuvo que correr para alcanzarlos.

Y el elegante torero, con su esbelta gentileza, suelta la capa sobre el hombro, avanzó hasta el altar, doblando una rodilla con elegancia teatral, reflejándose las luces en el blanco de sus ojos gitanescos, echando atrás la figura recogida, graciosa y ágil.

Vuelve los ojos, y bajo una bóveda, cuajada tambien de figuras, ve un sepulcro, un cetro y una corona sobre la losa, una que otra bandera; comprende que está alli enterrado un héroe y dobla involuntariamente la rodilla. Yace dentro de aquel sepulcro S. Fernando.

Sacudírselo no podía el animal rabioso, porque la coyuntura de la rodilla la tiene el elefante tan cerca del pie que apenas le sirve para doblarla. ¿Y cómo se salva de allí el cazador? Corre bramando el elefante.

Palabra del Dia

rigoleto

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