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Actualizado: 4 de mayo de 2025
Jacobo hablaba bien, y era la más mimada de todas sus vanidades la vanidad de su elocuencia; mas no osó, sin embargo, confiar su discurso a la memoria, y limitóse a leerlo, temeroso de pasar por alto alguno de los habilidosos rodeos con que procuraba sortear los grandes escollos que por todas partes le cerraban el paso.
Las escenas, en que la fingida aldeana censura las costumbres de la corte, con sencillez aparente y en el lenguaje popular, que imita á la perfección, diciendo la verdad sin ambajes ni rodeos, son de las más bellas que ha sugerido hasta ahora la musa cómica. No hay necesidad de añadir que el Don Pedro verdadero es reconocido como tal, y que se casa con la hija de Don Gómez.
Por intrincado laberinto de densos bosques, de tajados riscos y de altos cerros cubiertos de nieve iba prolongándose el canal en mil tortuosos rodeos.
Las mujeres que adoran a sus maridos me encantan. Elena soltó una carcajada. Sabe usted decir las cosas de un modo, Núñez, que cualquiera pensaría que habla usted en serio. ¿Tan absurdas encuentra usted mis ideas? Efectivamente Elena las hallaba completamente disparatadas y así lo manifestó sin rodeos. Se inició una discusión viva pero amical entre el pintor y la dama.
Pero ¿qué tentaciones han sido esas? Primero, irme en derechura al cuarto de su majestad. ¡Cómo! Decirle sin rodeos que estoy enamorada del príncipe. ¡Doña Catalina! Que valgo infinitamente más que otra cualquiera para querida de su alteza. ¿Y seríais capaz?... ¿De vengarme?... ya lo creo. ¿De vengaros deshonrándoos?
Da al supuesto criado pruebas indubitables de la inclinación, que le profesa, y le dice, por último, sin rodeos, que desea casarse con el Marqués, para pertenecer á él en realidad.
Terminada aquella conversación, Miguel de Zuheros y su doncel soltaron las riendas a sus caballos, y a buen trote, y buscando rodeos para no tropezar con la muchedumbre que atajaba el paso, se dirigieron a la Plaza del Rocío, para ver de nuevo la procesión o pompa regia, que debía pasar por allí.
Hallolo en la huerta totalmente abstraído en la contemplación melancólica de un pie de berza en que las orugas se habían ensañado. Andrés no anduvo con rodeos. Se lo anunció de golpe y porrazo. Tío, mañana me voy. El pie de berza se sintió abandonado súbitamente. ¿Cómo... cómo... cómo? Que mañana me marcho. ¡Pero así, tan de repente! ¿Qué mosca te ha picado, chico?
Con mil angustias y rodeos, y sin saber él mismo lo que se decía, comenzó su triste tarea, viniendo a decirle al cabo que su hijo estaba enfermo en Madrid y muy grave. La pobre mujer saltó de la silla blanca cual un papel, extrañada y casi irritada como si fuese aquello una broma horrible que vinieran a darle. ¡Imposible! gritó . ¡Si me escribió ayer! ¡Si tengo yo aquí la carta!...
Sin embargo, una tarde en que departía cariñosamente con su cuñada, después de muchos rodeos, y poniéndose colorado hasta las orejas, le preguntó por Ventura. ¿Qué noticias tenía de ella?
Palabra del Dia
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