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Actualizado: 4 de junio de 2025


Procedieron después, por decirlo así, paso á paso, y con muchos rodeos, á tratar de los temas que más profundamente les interesaban y más á pecho tenían. Separados tan largo tiempo por el destino y las circunstancias, necesitaban algo ligero, casual, casi indiferente en que ocuparse, antes de comenzar á dar salida á las ideas y pensamientos que realmente llenaban sus almas.

Y como él y Lorenzo Fréitas coincidían en la opinión de que cada grado de la esfera tenía por el ecuador o por su anchura máxima quinientos estadios, cuando se creyeron en la parte opuesta del meridiano de Lisboa, creyeron también que distaban noventa mil estadios de dicha ciudad, y que todavía, sin contar los rodeos que tendrían que dar, necesitaban navegar otros noventa mil estadios para volver a la patria.

Del ensayo resultó que para evitar el pronombre daba la pobrecilla infinidad de rodeos y se metía en una serie interminable de perífrasis: si se aventuraba a dirigirme un , lo hacía bajando la voz y pasando como sobre ascuas. Cuando empezó el segundo acto, volvió a escuchar atentamente.

¿No experimenta el lector cierto cansancio, a pesar de lo bien escrito que está el libro y de las curiosas y bien ordenadas noticias que nos da de personas y de cosas, al internarse por aquel laberinto de enmarañados rodeos por donde el rey D. Felipe persigue sus fines?

Y para ello decidió emplear su buena maña y sus suaves rodeos; pero como Rafaela profesaba con ardor una filosofía de la historia totalmente contraria a la del gaucho y era además una española llena del más ardiente patriotismo, siempre le faltaban la paciencia y el disimulo para no impugnar con violenta furia los asertos del gaucho, que ella juzgaba intolerables errores y desaforadas blasfemias.

Créalo usted; hay que anularse para triunfar; decir no soy nada para serlo todo. Feijoo, en vista de estas buenas disposiciones, se fue derecho al bulto. «A un espíritu tan bien fortalecido le dijo , se le puede hablar sin rodeos. ¿Doña Lupe no ha tratado con usted de cierto asunto...?». Maximiliano se puso del color de la grana de su embozo, y contestó afirmativamente con embarazo y turbación.

solicitaste mi descuido, rogaste a mi entereza, no ignoraste mi calidad, sabes bien de la manera que me entregué a toda tu voluntad: no te queda lugar ni acogida de llamarte a engaño. Y si esto es así, como lo es, y eres tan cristiano como caballero, ¿por qué por tantos rodeos dilatas de hacerme venturosa en los fines, como me heciste en los principios?

Según costumbre, se apeó del coche en sitio apartado y volvió a casa a pie, sola y dando rodeos. Desnudose despacio, engolfada en sus ideas, entreteniéndose en guardar con cuidado sus ropas, relativamente lujosas, como el guerrero cuida y guarda las armas.

Algo le contuvo también cierta ligera sonrisa burlona, que imaginó dos o tres veces ver pasar como un relámpago sobre el rostro de Rafaela, la cual harto bien sabía él que nunca había gustado de disimulos y rodeos, sino de prometer, conceder o negar, por estilo franco, sin el menor rebozo en la promesa. El Vizconde, además, no osaba pedir nada y nada pedía. ¿Con qué título, con qué motivo, había de pedir algo? ¿Era afecto renaciente, era liviano capricho, qué era lo que en aquel momento agitaba su corazón?

Es tambien en ese punto donde él toma el nombre de Tuyche, y baja en seguida haciendo mil rodeos, pero llevando siempre su direccion general hácia el estenordeste. Poco á poco vase engrosando aun, recibiendo, por la derecha, ricos tributos del rio de Santa-Cruz y del rio Tupili, sobre todo de este último, que es el mas considerable.

Palabra del Dia

rigoleto

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