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Actualizado: 18 de septiembre de 2025
¡Gracias mil, señor de Núñez respondió en seguida la señorona, visiblemente complacida con el candoroso ofrecimiento de aquel pobre hombre, y acaso, acaso, y quizá más, con la espontánea recomendación de su amigo . Y ahora, sin nuevas digresiones que nos distraigan y le roben a usted el tiempo y a su excelente señora la paciencia, allá va la historia en pocas palabras: Ha habido en mi familia un gran caudal; pero cuando llegó a mis manos ya no lo era tanto.
Voy cumpliéndolas... ¡es la verdad!... en el fondo de este baúl que se llama Melchor Astul... en el fondo, es decir, en la conciencia, no guardo ningún agravio... ninguna ofensa... ningún remordimiento... he hecho todo el bien que he podido... y sigo haciéndolo... he pasado por tonto muchas veces; pero no he sentido envidia por quienes me consideraron así... y ahora mismo sigo mi viaje de buenas intenciones... y lo seguiré hasta el fin... ¡hasta que el baúl se rompa!... o hasta que se acabe todo lo que tiene adentro... o lo roben los hombres... ¡o lo ensucie el uso!...
El puerto de San José no tiene inconveniente alguno para que deje de ser puerto de arribadas, y puedan refrescar las embarcaciones que allí arriben: allí pueden tenerse 2,000 y mas cabezas de ganado vacuno, se pueden tener caballos y ganado lanar sin recelo que los indios lo roben.
AZUCENA. He orado por ti toda la noche; es lo único que puedo hacer ya. MANRIQUE. Descansad un momento. AZUCENA. Yo quisiera escaparme de aquí, porque me sofoca el aire que aquí respiro... porque van a matarme. Pero tú me defenderás, tú no consentirás que te roben a tu madre. MANRIQUE. ¡Gran Dios! AZUCENA. Pero estoy afligiéndote, ¿es verdad? MANRIQUE. No; decid, decid lo que queráis.
El hombre prudente y discreto tenía, no hace muchos años, en todas partes, y en el día tiene aún, en no pocas, que hacer, si puede, un gran misterio del estado de su hacienda, sobre todo si es o era muy rico o muy pobre: si es muy pobre, para que no le desprecien; y si es muy rico, para que no le roben o le maten.
No temas tú que ni Pepe Güeto, ni los Güetillos que puedan salir a relucir en lo venidero, te roben aquella gran parte del alma con que te amo. Pues qué, ¿imaginas tú que el compartimiento, rincón o sitio de mi alma donde está el amor de esposa y madre, se ha llenado o se va llenando ahora y que antes estaba vacío? ¿Crees tú que este amor no existía en mí antes de amar a Pepe Güeto?
Iba Sancho en medio, con su vara, que no había más que ver, y pocas calles andadas del lugar, sintieron ruido de cuchilladas; acudieron allá, y hallaron que eran dos solos hombres los que reñían, los cuales, viendo venir a la justicia, se estuvieron quedos; y el uno dellos dijo: ¡Aquí de Dios y del rey! ¿Cómo y que se ha de sufrir que roben en poblado en este pueblo, y que salga a saltear en él en la mitad de las calles?
Todavía eres joven, pero yo voy haciéndome ya viejo, y antes que tu primor los años roben y te diga el espejo la verdad de un encanto destruído, permite que te envíe este consejo del corazón, un poco entristecido: Busca el amor oculto en cada cosa, quédate con el alma de la rosa, con su aroma y color; y de las alas de la mariposa toma el vuelo sutil, la gracia leve, y hallarás en la vida, que es tan breve, una divina suavidad de amor.
Al fin, la faz levantando, en su mirada infinita, avara, á Ataide abarcando, dijo, con voz inaudita, cual consigo misma hablando: ¡Maldita de Dios! ¡Maldita! Luégo, su voz lastimera resonó, vibrante, fiera, aterradora, sombría, cual rugido de pantera, que al temor se desespera de que la roben su cría.
La mirada del viejo era fija, inquisitorial, escudriñadora; pero Juanito tuvo serenidad para mentir. No, señor; nada he firmado. Te creo, y lo celebro. ¡Mucho ojo, muchacho! Tu madre tiene hambre de dinero, y de seguro que no pierde de vista tu fortunita. No quiero que te roben.
Palabra del Dia
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