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Actualizado: 13 de mayo de 2025
Esto es lo que hay que decir de maese Pedro y de su mono. Y, volviendo a don Quijote de la Mancha, digo que, después de haber salido de la venta, determinó de ver primero las riberas del río Ebro y todos aquellos contornos, antes de entrar en la ciudad de Zaragoza, pues le daba tiempo para todo el mucho que faltaba desde allí a las justas.
Esas incesantes transformaciones de sus riberas, las realiza el arroyo por virtud de un doble trabajo; de un lado, derriba, llevándose granos de arena, moléculas de arcilla, fragmentos desmenuzados de roca y trozos de raíz corroídos por la corriente; de otro, edifica, depositando todos esos restos en una capa que se eleva poco á poco sobre el fondo del agua.
Entretanto, las riberas se veian constantemente animadas por toda especie de animales selváticos, que salian de los bosques á retozar sobre la playa ó sobre los árboles de los ribazos.
En esta parte de las riberas del Mamoré se observa cierta variedad en la vegetacion: de tiempo en tiempo se ven sobresalir entre sus bosques la palma cuchis y las cañas tacuaras, que se presentan algunas veces totalmente aisladas: entre tanto, nada hay allí de tan singular como la sucesion de plantas sobre los terremonteros del rio.
En los parajes donde en remotas edades corría un caudaloso río, la caravana duerme tranquilamente en nuestros días durante las noches, y cuando quiere calmar su sed no le queda otro remedio que practicar un hoyo en la arena con la punta de su lanza, para buscar algunas gotas de agua que no siempre halla. #Las riberas y los islotes#
La cuarta nave tuvo mejor suerte, porque corriendo fortuna, pudo desembocar otra vez al mar del norte, y sosegada la tempestad, volvió á envestir al Estrecho, y llegó al parage donde se habian perdido las compañeras, hallando en aquellas riberas la gente que se habia salvado en tierra: los que viendo la nave, comenzaron á hacerle señas, y á gritar á los que iban dentro, pidiéndoles que los recibiesen: pero que no lo hicieron, porque los bastimentos que habian quedado eran tan pocos, que temian no bastasen aun para los del navio.
Y esas ondas, que siempre arrebatan ó cautivan, van á detenerse en el marco pintoresco de las riberas y colinas del canton de Vaud, ondas terrestres de luciente verdura. El lago de Ginebra ó Leman es, sin disputa, el mas hermoso y útil de los que contiene Suiza, rivalizado apénas por el de Constanza bajo el punto de vista comercial.
Algo de eso lo había leído él, y no le causaba escándalo el premio solicitado. Lo que llamaba su atención era que en todo el descubrimiento de América únicamente se le hubiese ocurrido solicitar tal merced al primer explorador del río en cuyas riberas había de nacer años adelante la ciudad de Buenos Aires.
-Eso está de molde -respondió don Quijote-, puesto que yo estoy libre de buscar nombre de pastora fingida, pues está ahí la sin par Dulcinea del Toboso, gloria de estas riberas, adorno de estos prados, sustento de la hermosura, nata de los donaires, y, finalmente, sujeto sobre quien puede asentar bien toda alabanza, por hipérbole que sea.
Habiendo llegado á las cuatro de la tarde, tuvimos la triple delicia de contemplar ese tesoro á la luz de la tarde, desde la ribera, y á la de la luna y del alba desde los balcones del hotel. Desde el pié del collado en que nos hallábamos, sobre la orilla misma del rio, teníamos al frente un soberbio cuadro formado por la catarata y las riberas que le sirven de marco.
Palabra del Dia
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